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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El congresista Juan Sheput, de la bancada oficialista, recomendó al recién interpelado ministro de Educación, Jaime Saavedra, renunciar antes de que lo censuren. La idea –argumenta– es evitar que el conflicto entre los poderes Legislativo y Ejecutivo se profundice. Lo mismo recomienda la bancada aprista: que piense en el país y que ya no haga olas.

Renunciar, después de la avalancha de acusaciones falsas e insultos que ha recibido –proferidas por el fujimorismo–, es admitir que tienen razón. Yo le preguntaría a Juan si él, en las mismas circunstancias, renunciaría y le haría la mitad del trabajo sucio a quienes lo insultan a él y a su familia y acusan sin sustento; a sabiendas se quedaría a esperar a que lo boten para no lavarle las manos a ese lumpen. Me parece que Juan no seguiría su propio consejo. A los apristas no les preguntaría nada: su flexibilidad ideológica y de principios es legendaria. Alan García se escapó y solo regresó cuando Montesinos arregló la prescripción de sus juicios. "El que no la debe no la teme". No sé, parece más fácil si uno lo dice desde París.

Por otro lado, veo y leo a mucha gente pidiendo mesura, ecuanimidad, poner al país por delante del orgullo propio para evitar una crisis que desestabilice al país. A alguno por ahí se le escapó que "PPK y Keiko deben conversar" porque la segunda "quiere que le entreguen un país ordenado, más moderno y menos inequitativo". ¿Que le entreguen qué, por qué y cuándo? ¿Quién ha elegido a Keiko Fujimori para algo?

En la misma línea, después de ser testigos del desempeño fujimorista, ¿cómo así a quienes se les pide calma, ecuanimidad y responsabilidad son PPK y Fernando Zavala? ¿Acaso los fujimoristas están llevando la fiesta en paz? ¿Acaso hay que aceptar nomás sus berrinches? ¿Acaso la ignorancia o la matonería los vuelve inimputables?