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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nadie quiere a los políticos ni los respalda ampliamente (de esta no se salva ni Keiko con su 33%), todos estamos hartos de que ofrezcan A y luego hagan B y de que, en síntesis, no hagan nada que impacte positivamente en la vida de la ciudadanía. El Estado peruano, salvo quizás por el muy reciente impulso a la educación –lejos aún de ser suficiente–, no brinda ningún servicio de calidad que justifique que a estas alturas a uno le interese mirar a la política con una mirada que no sea de resignación y un poco de asco. Es lo que hay y solo queda escoger lo menos malo. Y lo menos malo es más o menos malo según la opinión de cada persona. Porque ni en eso nos podemos poner de acuerdo.

Que la lista de Luis Iberico haya ganado la Mesa Directiva del Congreso con el voto de aliados políticos y hasta de miembros de la propia bancada oficialista, constituye una cachetada a la pareja presidencial: se están quedando solos y si no nos interesa salvarles el pellejo ahora, menos cuando dejen Palacio. Que la vicepresidenta Marisol Espinoza haya tenido que declarar que ella sí votó por el nacionalismo dice mucho de cuán deterioradas están las relaciones en lo que queda del club Humala-Heredia.

Nadie confía en nadie, exactamente como la calle no confía en los políticos. Uno puede pensar que uno u otro candidato podría hacer mejor que otro alguna que otra cosa urgente (como solucionar el tema de la seguridad, por ejemplo) pero eso no quiere decir que lo prefiera o quiera como presidente. Lo mismo con Iberico en el Congreso. ¿Es bueno que haya ganado? Solo nos queda esperar y ver qué sucederá con las comisiones que investigan los casos en los que hay involucrados relacionados con los partidos que lo apoyaron.