notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En el primer gobierno de Fujimori se pidieron facultades para legislar en materia económica. Se las dieron y, cuando en el Congreso empezaron a investigar las movidas turbias de sus hermanos, el Chino nos metió la yuca a todos, dijo que el país era ingobernable y cerró la chingana y la investigación con un tanque, con las consecuencias en la institucionalidad del país que ya todos conocemos.

El 'Baguazo' fue producto de un paquete de medidas de Alan García.

El pedido de facultades es una cesión que hace el proceso democrático para que se legisle desde el Poder Ejecutivo porque se entiende que las medidas son urgentes, vitales, necesarísimas para la mejor marcha del país y, por tanto, se deben dar de forma inmediata: nada de leer ni interpretar textos larguísimos y rebuscados sacándoles la decimoquinta derivada y debatirlos por horas, días, semanas, meses o años, como suele hacer el Congreso cuando no se trata de nada importante como el Día del Pollo a la Brasa. Por eso, solo se debería pedir facultades para enfrentar desastres naturales o guerras, catástrofes como una sequía seguida por hambruna brutal. Pero no. Hoy se piden facultades para modificar la política pública de largo plazo y, ahora y siempre, principalmente para impulsar una economía que se desacelera más por factores externos que internos. Y con el precedente de que las medidas anteriores no han funcionado.

Así no se hacen las cosas. Si de lo que se trata es de impulsar la inversión asegurando los retornos de las empresas recortando procesos, seguros, salvaguardas, cuidado del medio ambiente, la ética y otros "sobrecostos", vamos muertos. Sencillamente, porque jamás será suficiente. Ya saben, la delegación de facultades es como disolver. DI SOL VER.