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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La manera en que el ministro de Economía encaraba la política económica (fiscal y monetaria) ya era discutible desde el arranque. Más allá de los señalamientos y acusaciones de copamiento o infiltración del MEF por parte de la ex primera dama –lo que originó una respuesta contundente de los involucrados y obligó al ministro Thorne a retractarse–, hay algunas cosas que despiertan suspicacias y levantan cejas.

Por ejemplo: las expectativas de crecimiento de la economía entre los actores económicos (según encuesta del BCRP) ya en diciembre –y antes de El Niño– indicaban que habríamos de crecer por debajo de 4%. En febrero, el crecimiento probablemente haya rondado el 2% y la recaudación equivalente al 13.4% del PBI, la más baja de la última década. Esa es una combinación peligrosa: cae el crecimiento, cae la recaudación, cae el gasto público, caen las expectativas de los agentes económicos (esto suele tener un impacto negativo en la inversión y el gasto privados)… con muchísima suerte, el Perú crecerá 3% este año, como dijo PPK, quien ya estaba incorporando en esa proyección el efecto de El Niño.

El ajuste del gasto implementado desde agosto del año pasado, sumado a la reforma tributaria que le recortó ingresos al fisco, le está quemando el pastel a la economía y ni siquiera –como predijeron varios economistas– se ha logrado reducir la informalidad, que era, quizás, la justificación principal detrás de la reforma tributaria. No significa que todas las medidas estén mal, significa que no sirvieron para lo que se dijo que servirían y que la "heterodoxia" del ministro (porque se mandó solo contra la corriente) no funciona.

¿Servirá el periodo de reconstrucción tras la emergencia para enmendar el rumbo o ajustar lo necesario y crecer? Ojalá.