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Los gatos y los impuestos
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Ahora que los impuestos se ponen de moda por lo del COVID-19, vale la pena mirar qué pasó en la peste negra del siglo XIV. La peste nació en Asia pero en Europa fue trágica, mató a un tercio de la población. La distinta mortalidad la explican los gatos. Habían casi desaparecido en Europa porque una bula del papa Gregorio IX los declaró consortes de Satanás y la Santa Inquisición alentaba que los matasen. En cambio, en Asia los adoraban. La razón era simple. Las ratas proliferaban en los depósitos de alimentos y los gatos las cazaban. Más gatos, menos ratas, más alimentos era la ecuación. Como se sabe, las pulgas de las ratas fueron las que trasmitieron la peste. Ocurrió que en Asia había más gatos, menos ratas, menos pulgas, menos contagios y la peste pudo ser controlada. En Europa no, las ratas y sus pulgas habían prosperado por la ausencia de gatos.
¿Cómo nos agarra la pandemia en Perú? Por un lado, la disciplina fiscal ha generado reservas que permiten al Gobierno inyectar miles de millones de dólares para aliviar la recesión económica. En cambio, los servicios de salud ya colapsaron. ¿Cómo explicar que en economía seamos lo mejor de la región y en salud lo peor? Un hecho es cierto: en todo este tiempo ha habido plata de impuestos. La gran diferencia está en que el sector Economía la administró bien, en tanto que Salud no. Casi todos los años se devolvía presupuesto de inversión social por no haberlo gastado. Otro tanto se dilapidaba en corrupción o en ineficiencias. Entonces, la salud está colapsada no por falta de dinero, sino por no haber sabido construir hospitales ni comprar equipos. Mejorar la capacidad de gasto es lo que falta al Gobierno para vencer la pandemia.
Esa puede ser una excusa para cuestionar los impuestos extraordinarios que se anuncian: ¿para qué más plata si no saben gastarla? Otra excusa pueden ser las violaciones constitucionales que se advierten en los proyectos que circulan o pedir que esta vez paguen los informales, que también son ricos. Pero ninguna debiera valer. Tenemos que pagar esos impuestos porque se necesitan, porque hay que presumir que el Gobierno los aplicará bien, porque no hay tiempo para otra cosa y la gente se muere. Rezo el texto de John Donne: “…la muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Entonces, la esperanza de sobrevivir pasa por enfrentar a la muerte con todo, porque la muerte de los demás es también nuestra y nos debiera doler, mucho.
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