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Los ensayos para una muerte a plazos
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¿Quién quiere vender conmigo la paz de un niño durmiendo?, cantaba Mocedades en su “Vendedor” de esperanzas. No es para menos. La imagen es de las más tiernas que hay. Pero si el niño lleva varios días en coma, la imagen es la contraria, la de la angustia por impotencia de los padres. Por lo general, cuando el dolor es enorme o el placer es sublime, el cuerpo no los soporta. Para evadirlos se desconecta la conciencia, ya no hay noción de realidad. El desmayo por dolor o el orgasmo por placer son esos estados en los que, es un decir, el alma se separa del cuerpo. Pasa lo mismo en el coma o en el sueño. Pasa en la alucinación de las drogas psicotrópicas. Por eso, al síncope por dolor y al éxtasis por placer se les llama la “pequeña muerte”.
La historia y la política están repletas de síncopes y éxtasis porque son la respuesta natural a los eventos extremos. Al final de la batalla, por ejemplo, el que ganó se embriaga de soberbia y el que perdió se deprime por baja estima. Sin embargo, a su modo, ninguno de los dos tiene los pies en la tierra. Se entiende y no debiera haber más consecuencias negativas si, pasada la resaca de lo extraordinario, cada quien se pone a trabajar en lo que le corresponde. El problema se presenta cuando a un hecho grave le sigue otro, y otro detrás del otro también graves, porque la inconsciencia del síncope o del éxtasis se prolongan más de la cuenta. Es como si el coma o el sueño, de corta duración para ser sanos, se volviesen eternos. Entonces, las “pequeñas muertes”, agregadas sucesivamente, equivalen a una muerte total. ¿De qué sirve estar vivo si no sé lo que pasa?
Mire usted nuestros días: Mark Vito en huelga de hambre, debate y resolución en el Tribunal Constitucional sobre prisión de Keiko, prisión preliminar para César Villanueva, empresarios reconocen aportes a campañas políticas, Keiko libre, árbitros libres, allanamiento a oficinas de Confiep, se conocen pagos a constructoras cuando el presidente era gobernador regional, sube en la encuesta, baja en la encuesta, despiden a Hugo Coya, renuncia ministro Petrozzi, desfile de candidatos para un petit Congreso, ¿sigo? Esos son los hechos que nos ocupan.
Me pregunto cuándo nos preocupamos del presupuesto para 2020, de lo que hay que hacer para autorizar las pocas inversiones privadas que están en cola, de las carreteras que faltan, de los puertos y aeropuertos que colapsan, del tráfico que ya no se mueve, del trabajo que ya falta, de la inseguridad. ¿Cuándo? Toca despertar para no morir.
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