PUBLICIDAD
Los empresarios sí, los empresarios no
Imagen
Fecha Actualización
Por David Chlimper*
La semana pasada cumplí 65 años y soy un empresario retirado. Durante mis 44 años de actividad profesional he tenido el honor de participar en mesas directivas de gremios como la Sociedad Nacional de Industrias, la Confiep y el Adifan (industria farmacéutica) que tanto han hecho por el Perú.
Históricamente, y no solo en el Perú, han existido sectores que han reaccionado en contra de las empresas; pero lo que veo actualmente en nuestro país me llena de una profunda tristeza.
El otro día escuché en RPP a una congresista decir algo así como: “…los congresistas no estamos para representar a la Confiep. Nosotros representamos a los trabajadores…” y los entrevistadores: Mutis! No sabía que el Congreso de la República es ahora una central sindical o una representación del gremio de los trabajadores –instituciones que merecen todo mi respeto, por cierto–. Siempre pensé que los congresistas eran elegidos para hacer lo necesario por mejorar la vida de todos los peruanos. Para rayar la cancha con reglas de juego justas que eviten abusos.
¿Qué está pasando? ¿Hasta cuándo vamos a seguir con las divisiones y luchas de clases? ¿No nos damos cuenta que las empresas son el oxígeno que permite vivir a ese inmenso cuerpo que se llama Estado? ¿De dónde, si no de los impuestos, es posible pagar a médicos, profesores, militares, policías, y un largo etcétera de funcionarios públicos? ¿De dónde salieron los miles de millones de soles pagados en bonos a los ciudadanos menos favorecidos en esta crisis? ¿No saben los congresistas que el Estado es socio en un equivalente al 30% de todas las empresas –por lo menos de las formales– que funcionan en el Perú? Porque ese es el equivalente al impuesto a la renta que pagan las empresas formales en nuestro país: El 30% de sus utilidades. Si yo fuera socio con el 5% de cualquier empresa, estaría haciendo lo imposible por que esa empresa progrese y genere riqueza.
Quizás lo que sucede es que los inoculados con el virus anti-empresa quieren que el Estado sea dueño del 100% de las empresas. Pero eso se llama comunismo y ya fracasó en las cunas mismas donde fue creado: La Unión Soviética con todos sus satélites, China, Alemania Oriental. Todos han abierto sus economías al emprendimiento privado porque saben que esa es la ruta que lleva al desarrollo. Países como Cuba o Venezuela que insisten en negarlo han colapsado para desgracia de sus ciudadanos, pero no de sus gobernantes, cuyas cuentas rebosan con millones de dólares. Es cierto que, como en toda actividad, hubo y habrá siempre un puñado de empresas que se han portado y portan mal; pero eso no justifica que demonicemos a las decenas de miles de compañías que apuestan y arriesgan por el Perú.
Este virus anti-empresa, como el COVID-19, es fácilmente transmisible. Lo estamos viviendo. Y a menos que nuestros empresarios, y los periodistas que tienen la suerte de acceder a un micrófono, hagan algo para vacunar a nuestros ciudadanos –sobre todo a los más jóvenes– con respuestas sencillas como las de estas líneas, corremos el riesgo de sufrir los estragos de un nuevo tipo de pandemia.
*Empresario retirado
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD