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Lo que el TC no dijo
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El Tribunal Constitucional (TC) ha resuelto que el presidente tenía derecho a cerrar el Congreso porque era la segunda vez que le negaban la confianza. Veamos. En el caso se discutían dos cosas. Una era que la confianza debía ser votada expresamente.
El TC interpretó que la votación no era necesaria porque la confianza había sido negada en los hechos. Otra era que la demanda contra el presidente debía ser aprobada en el Congreso. El TC interpretó que bastaba el acuerdo de la Comisión Permanente, porque el Congreso estaba disuelto. Como se ve, el TC fue consistente en los dos casos al preferir la sustancia y no la forma. Sin embargo, los defensores del cierre del Congreso eligieron por un lado la sustancia para argumentar que la confianza había sido negada en los hechos y, por el otro, la forma para cuestionar que la demanda no había sido aprobada por el Congreso. No era consistente elegir argumentos por pura conveniencia. Pero así se hizo.
Hay más. En esta segunda vez, la confianza se pedía para suspender la elección de los nuevos magistrados del TC y modificar el proceso de selección para hacerlo más transparente. Cuando el presidente anuncia el cierre, era evidente que el Congreso no había logrado reunir los votos suficientes para elegir a los magistrados y, para despejar dudas, el efecto de negar la confianza en los hechos había sido sustituido por una aprobación expresa.
Entonces, la elección futura de los magistrados se iba a realizar como pedía el presidente. Para el caso, al principio hubo derecho para cerrar el Congreso, pero cuando se quiere ejercer ese derecho, ya no había razón. El derecho sin razón es abusivo y no es constitucional. En este tema central, el TC se quedó en la forma, en una apariencia de derecho, no fue consistente para resolver por sustancia.
Por último, a los integrantes del TC les hicieron la vida imposible. A Sardón le buscaron un pariente político que había aportado a la campaña de Keiko. A Blume le inventaron una cena con la abogada de Keiko. A Espinosa le amplificaron un reclamo por maltrato a una funcionaria del TC.
A Ramos le reactivaron denuncias por haber divulgado la identidad de un colaborador eficaz. Lamentable que se presione de ese modo a los magistrados. La gran lección pendiente: la justicia se debe buscar en los hechos tal como ocurrieron, en el esfuerzo de reconocer las razones que cada quien tuvo y en interpretar el derecho con consistencia. En ese intento por encontrar la verdad, aunque se pierda un caso, ganamos todos.
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