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Llamado de alerta del Fondo Monetario (FMI) a EE.UU.
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La semana pasada, el FMI concluyó su revisión anual de la economía americana en el marco del artículo IV del Acuerdo Constitutivo de la institución. El informe indica que el desempeño de la economía americana ha sido muy bueno, con el crecimiento del PBI y del empleo por encima de lo esperado y con un proceso de desaceleración de la inflación. Si bien más lento que lo deseable, ha sido menos costoso de lo que muchos temían, evitándose una recesión. EE.UU. es la única economía del G-20 que ahora tiene un PBI por encima del nivel prepandemia.
Sin embargo, el FMI también hizo un llamado de alerta por los altos déficits fiscales y endeudamiento que muestra el país, que considera un riesgo creciente para su economía y la del mundo, potencialmente alimentando costos de financiamiento más altos y dificultades para el refinanciamiento de deudas, por lo que pidió una acción urgente en el lado fiscal. Proyecta un aumento en la relación entre la deuda y el PBI a 140% para 2032. Esto es muy preocupante en un contexto en que la razón de intereses de la deuda sobre el PBI ya supera el crecimiento de la economía.
La reducción de los déficits y el endeudamiento no es preocupación para los políticos americanos al no considerarlos prioritarios en sus plataformas electorales. Tampoco fueron temas tratados con seriedad en el último debate presidencial. La Directora Ejecutiva del FMI indicó que existe una tentación a posponer las decisiones sobre la deuda y los déficits, en lugar de tomarlas cuando las condiciones de la economía son buenas. El ajuste fiscal requerido es grande ya que implica reducir el déficit fiscal primario en 4 puntos porcentuales del PBI.
Solo un acuerdo político, hasta ahora esquivo, permitiría modificar la trayectoria del endeudamiento, requiriendo una combinación de medidas que irremediablemente incluyen aumentos de impuestos directos e indirectos (a los que los republicanos se oponen), la reducción de gastos fiscales y el replanteo de los gastos de varios programas de asistencia, incluyendo la Seguridad Social y Medicare (a lo que se oponen los demócratas), así como la reducción de los gastos en defensa.
Ojalá el próximo gobierno y el Congreso tomen cartas en el asunto, aunque las expectativas no son promisorias. En 2025 se vienen importantes decisiones con impactos económicos. El Congreso deberá levantar el techo legal de la deuda para evitar que EE.UU. incumpla su pago, y a fines del año deberá decidir si extiende los recortes de impuestos de Trump de 2017, a lo que él se opondría de ser reelegido. También se designará al nuevo presidente de la FED, que tendrá dificultades para reducir las tasas de interés significativamente en un contexto de alto endeudamiento y déficits si quiere mantener la inflación bajo control. Se vienen grandes discusiones, indistintamente de quien gobierne. Esperemos que la preocupación del FMI, de las agencias calificadoras y de muchos analistas económicos sobre esta potencial bomba de tiempo haga reaccionar a los políticos americanos.
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