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Redacción PERÚ21

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Roberto Lerner,Espacio de crianzahttps://espaciodecrianza.educared.pe

Una madre y su hijo de 12. Conversación llena de sentido del humor. Bromean, se fastidian, se tocan. La mamá trae un recuerdo: un zoológico muy especial en el que uno puede entrar en la jaula del león y acariciarlo. La miro sorprendido. Me dice que quería hacerlo, que acercarse a un animal poderoso e interactuar con él fue irresistible. Valiente, pienso. "Yo no lo haría", digo.

"Es un león educado para eso, criado entre humanos", aclara, "acompañado de dos de sus cuidadores que lo conocen y que si sienten que no hay química con el visitante, lo retiran inmediatamente". Igual, pienso. "Sigue siendo un animal salvaje", digo.

La conversación prosigue y su hijo comienza a hablar de Grand Theft Auto en su última versión, la 5, recientemente lanzada y que en el día 1 en el mercado vendió 800 millones de dólares. Trata de personajes poco recomendables, criminales, que van entrelazando sus trayectorias.

"Tú mismo me has contado de qué trata", dice la madre, "ni hablar". Muchos púberes y adolescentes tempranos están en lo mismo. Se ha convertido en tema de muchas sesiones.

¿Qué es más peligroso, entrar en la jaula de un león o jugar ese juego? ", pregunto. Risas. La mami se pone roja. "No, pero es otra cosa, el león ha sido educado", dice. Yo: "bueno, sí, tu hijo también. Todos vivimos situaciones que nos ponen en contacto con la parte salvaje de lo humano y es nuestra educación lo que la pone en su lugar."

¿Riesgos? Los hay. No de cualquier manera ni momento, pero es importante, en primer lugar conocer de qué se trata, evaluarlo con la óptica de nuestros valores, y, si decidimos que es posible, cruzar los dedos y confiar. Es el juego de la vida.