(Joel Alonzo/GEC)
(Joel Alonzo/GEC)

En las campañas electorales, una vez que entran en modo desesperación, las promesas disparatadas se vuelven recurrentes con tal de ganarse alguito entre los más desavisados. Siempre improvisando, por supuesto, que los tenores cambian según el auditorio que toque en el recorrido por plazas y tribunas del país.

Así, el candidato del lápiz, ahora que anda de visita por ciudades de la sierra y la selva, donde es mayoritaria la población que vive de la agricultura y la pequeña ganadería, en su afán por arrancar aplausos y prometer cosas nuevas, ha ido radicalizando su discurso expropiador y enemigo del capital privado, principalmente extranjero, hasta llegar a ataques y amenazas destempladas a todo aquello que él entiende como ajeno a la “producción nacional”.

Y en el trance de la excitación que generan los vítores y palmas batidas, se desata su verba y, así, se disparan, por ejemplo, los ofrecimientos de comprarle toda su mercancía a los agricultores peruanos y prohibir las importaciones de cualquier tipo de alimentos o insumos provenientes de otros países.

En la fiebre del aplauso, ha llegado al delirio de ofrecer a su público el cierre total de la economía para que solo se “consuma lo que el Perú produce” (inevitable el deja-vu con el velasquismo o el primer alanismo, y los catastróficos resultados económicos que tuvieron para el Perú).

Una política que a estas alturas a cualquier estadista del mundo le sonaría a chiste, pero que para nuestro país resulta trágico, ya que no parece ser escasa la gente que le celebra la ocurrencia.

El cierre de la economía que Pedro Castillo pregona sin cesar traería un desempleo masivo en el sector comercial e industrial, el cierre de aproximadamente 4.000 mypes y 38.000 empresas exportadoras, que emplean materiales y productos diversos comprados en otros países, según cálculos de Comex.

Esto además de la escasez –que llevaría a un racionamiento similar al que tuvimos en los ochentas o al de la Venezuela de hoy– y a una alza inmediata de precios en productos básicos como son el trigo, el pan, el maíz, el pollo y similares, golpeando severamente la economía de los más pobres: sí, la de aquellos a quienes Castillo dice representar.