"Estos jueces de la moral pública censuran arte, silencian disensos, retiran películas y, además de monumentos, derrumban almas". (REUTERS / Tom Brenner).
"Estos jueces de la moral pública censuran arte, silencian disensos, retiran películas y, además de monumentos, derrumban almas". (REUTERS / Tom Brenner).

Más de 150 intelectuales de los Estados Unidos señalan la creciente intolerancia de minorías contra la libertad de expresión y advierten un conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar sus normas de debate abierto y tolerancia de las diferencias, en favor de la obediencia ideológica.

En efecto, con moral impostora, derriban estatuas de Colón y del emperador Constantino, retiran libros de circulación y bibliotecas, marginan textos de Aristóteles, Platón o Kant por sentar bases de “supremacía blanca”, atacan la música de Beethoven y Mozart por no pertenecer a las minorías, despiden a editores por publicar obras controversiales, investigan a docentes por citar determinadas fuentes en clase, expulsan a líderes de instituciones por simples torpezas. Estos jueces de la moral pública censuran arte, silencian disensos, retiran películas y, además de monumentos, derrumban almas.

Así, las obras de Shakespeare no son valiosas porque confirman la dominación blanca, masculina y burguesa. Para ellos, todo esfuerzo intelectual y social debe dedicarse no a buscar la excelencia o la verdad, pues ello sería validar la opresión, sino a deconstruir o eliminar símbolos, lenguajes, prácticas, instituciones y disciplinas que permiten la dominación (Kaiser).

El irracionalismo y los pensamientos dogmáticos y totalitarios han vuelto para lanzarse al cuello de los valores que sostienen la sociedad libre y abierta. “Destruida la noción de que existen verdades a las que podemos aproximarnos –jamás de manera perfecta ni definitiva–, todo lo que queda es la tiranía del pensamiento dogmático derivado de los impulsos y pulsiones más primitivas de la naturaleza humana” (Popper).

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