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La resurrección inesperada
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Más que sorpresa, lo del Frepap constituye una incógnita en toda regla. Aupados en los primeros lugares en la dispersa preferencia electoral de los millones de peruanos que votaron el último domingo, los analistas no logran coincidir en cuál podría ser su derrotero en el próximo Congreso de la República.
Sabemos que es el brazo político de una organización religiosa –Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal– cuyo sistema de creencias se basa tanto en una lectura particular, mesiánica, de la Biblia, como de una percepción idealizada de nuestro pasado andino, que se sintetiza en el lema fundacional de “Perú, país privilegiado”, y cuya clientela política y religiosa proviene de los sectores más pauperizados de la sociedad, inicialmente entre los migrantes a Lima, pero a la vuelta de los años se extendió a todo el país, en forma de disciplinadas colonias agrícolas que fueron consolidándose en zonas poco habitadas de la selva y la sierra peruanas (algunas de ellas, eso sí, acusadas de complicidad con el narcotráfico, cosa que deberán aclarar a la brevedad).
Allí celebran ceremonias arcaicas de origen bíblico, pero también digamos que, en términos más terrenales, han impulsado prácticas inspiradas en los antiguos peruanos como la minka –tradición de trabajo comunitario muy extendido en el mundo andino, no solo en el caso de esta iglesia, aunque ellos la han elevado casi a condición de ley– y un eficaz cooperativismo cuyo origen atribuyen también a los incas.
Todo este bagaje incorpora, pues, ideas férreamente conservadoras respecto a la familia, la educación o el papel de la mujer, la forma en que deben vestirse y organizarse sus comunidades, pero al mismo tiempo, identificados como están con los más necesitados, han logrado tejer una gran red de solidaridad para proteger a sus fieles, sobre todo económicamente, a menudo consiguiéndoles trabajo y hasta vivienda. Tienen sentido práctico, es decir.
Luego de los resultados del domingo, han marcado clara distancia, por ejemplo, con el fujimorismo –ante una untuosa insinuación de Martha Chávez–, pero el enigma de lo que será su conducta en un Parlamento tan fragmentado como el que se viene continúa aún sin develarse del todo.
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