Alguien que está pasando campante en todo este desmadre político, con prácticamente una dictadura parlamentaria, es el actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, líder de Renovación Popular, en realidad Solidaridad Nacional —el partido de Castañeda Lossio de Comunicore—, que tuvo la habilidad de la criollada para cambiarle el color de amarillo a celeste y el símbolo, para reinventarse y hacer olvidar a la gente de todas las trapacerías que cometieron con el “amarillito”.
Y es, justamente, Renovación Popular una de las bancadas más activas en promover todas estas leyes inconstitucionales. Peor aún, tiene a sus congresistas, que han servido de cancerberos, para tumbarse las principales reformas en educación, transporte público y hasta en minería.
Estas reformas han sido removidas de un plumazo. Por ejemplo, el fortalecimiento de la Sunedu para hacer frente a toda la mercantilización de la educación con universidades ‘bamba’ que estuvieron estafando por años a miles de familias. Hoy se ha vuelto al ruleteo del manejo discrecional de los rectores de, justamente, las universidades cuestionadas, y todo con el aval de este Congreso.
Los blindajes que han hecho a personajes siniestros, las acusaciones constitucionales contra adversarios políticos, solo por el encono personal, han sido implacables; pero con sus allegados y aliados han sido cómplices, hasta con el blindaje a ‘mochasueldos’ y traficantes.
Por eso, también hay responsabilidad política de López Aliaga. Pero lo más grave es que hoy ya va al segundo año de la gestión municipal —que prometió hacer de Lima una potencia mundial— y hoy la situación es caótica con el desorden del transporte público, en el que arremete inclusive contra los servicios de transporte masivo. Los corredores, el Metropolitano y hasta el Metro de Lima no se han salvado de las negligencias y arbitrariedades de un alcalde demagogo que se excusa en la corrupción de Susana Villarán, pero se olvida olímpicamente del corrupto mayor en Rutas de Lima y la propia Línea Amarilla, delatado por Odebrecht y OAS.
Se caen árboles, luminarias y paraderos corroídos por falta de mantenimiento; el comercio ambulatorio está desbordado, y no puede comprar las motos que tanto había ofrecido. Ha sacado créditos con intereses exorbitantes, que hipotecan al municipio por los próximos 30 años, para que el dinero esté guardado en un banco, sin haber hecho una planificación financiera elemental que cualquier administrador sabe.
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