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La protesta

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(GEC)
Fecha Actualización
La crisis política que atraviesa nuestro país, ocasionada por interesadas, mezquinas y cuestionables decisiones tomadas desde el Congreso de la República, ha provocado que miles de peruanos, de todas las edades y de todas las regiones, a pesar de la pandemia, salgan a las calles a protestar.
Aun así, la mayoría de los que están protestando son jóvenes, jóvenes que no siguen a un solo líder político, que no profesan una misma ideología, que no pertenecen a un determinado segmento socioeconómico. Se trata de cada vez más jóvenes indignados por la forma en que los políticos elegidos, sobre todo en los últimos cinco años, han manipulado nuestra Constitución: lo que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos.
Se equivocan quienes pretenden estigmatizar a los jóvenes que protestan, los que los tildan de pertenecer al sector radical de la política, de obedecer a un candidato. Se equivocan no solo porque les faltan el respeto, sino y sobre todo, porque quienes los subestiman y los ningunean se niegan a ver el tamaño del problema que enfrenta nuestro país y su gravedad.
La realidad es que hay cada día más peruanos protestando. Y la protesta en el Perú es un derecho reconocido en una sentencia del Tribunal Constitucional; invocando el artículo 3 de nuestra Constitución, el TC falló apelando al derecho a la dignidad que reclama una sociedad, con mayor razón si enfrenta a un Congreso que actúa de espaldas a la ciudadanía y se pone de acuerdo para vacar a un presidente y poner a otro a su medida.
La Policía viene reprimiendo las protestas con desproporcionada e inusual violencia. No puede ser que los policías que ayer nos protegieron de la pandemia sean los mismos que hoy golpean, arrastran y disparan granadas lacrimógenas y perdigones contra los jóvenes que protestan.
Si los políticos que se hicieron del poder el último lunes les temen a los jóvenes que reclaman legitimidad y no quieren que ellos se acerquen a las instalaciones donde se encuentran, que la Policía patrocine, adopte y escude a esos políticos. Pero lo que esos políticos asustados no pueden hacer es mandar a la Policía a golpear y a disparar a los peruanos que no están de acuerdo con su proceder.
La democracia es participación; marchar protestando es hacer uso de un derecho democrático no solo al piteo, también a la libertad de expresión.
La Policía debe acompañar las marchas para que no se produzcan desmanes, para que los infiltrados y los radicales no interrumpan el derecho de los ciudadanos a protestar; ese es su rol frente a los ciudadanos.
En este momento el director general de la Policía Nacional del Perú, Orlando Velazco, se encuentra recuperándose del COVID-19. El general Jorge Lam, subcomandante general de la Policía, lo reemplaza; esta reflexión va dirigida a él y a los mandos de la Policía en todo el Perú, a los mismos jefes policiales que tomaron las decisiones a la hora de cuidarnos a todos los peruanos frente al coronavirus, de asistir a nuestros hermanos que enfermaron y a los que murieron: señores policías, no pierdan el respeto que con tanto esfuerzo y justicia se ganaron. No le añadan violencia a la indignación de la ciudadanía.
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