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Enfoque en la calidad

“¿Acaso alguien podría decir, con la mano en el corazón, que este Congreso es peor que el del quinquenio toledista, aprista o humalista?”.

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Congreso de la República debatió por más de 12 horas.
Fecha Actualización
“No hay peor Congreso que este”. “Es la chacra de Keiko”. Bueno, al menos eso es lo que dicen y replican las redes y algunos medios. Y sí, hace mucho que no escuchábamos –ni en círculos humorísticos– algunas de las (ahora) famosas frases, y son tantas que ni vale perder el tiempo en ellas. Si hacemos un listín de citas, reflexiones o datos, pues el punto quedaría resuelto: tenemos, en efecto, un Congreso de temer, de reír y de preocuparse.
Pero, una pregunta: ¿no es así quinquenio tras quinquenio? ¿Acaso alguien podría decir, con la mano en el corazón, que este Congreso es peor que el del quinquenio toledista, aprista o humalista? ¿En serio ya se olvidaron de lo que fueron esos años?
Lo que me lleva a una inevitable pregunta, ¿bajo qué concepto catalogamos al peor Congreso postfujimorista? Que la mayoría, amplia y con ánimos opositores, recaiga en el fujimorismo no es una respuesta aceptable. Si se trata de mayorías, el Congreso que logró el nacionalismo (con el apoyo del toledismo y otros partidos) no podría ser catalogado como “mejor” que este; de paso, tampoco queda claro que el toledista o aprista sean mejores.
¿Qué caracterizaría a un “mejor” Congreso? Calidad legislativa, independencia del Poder Ejecutivo, respeto institucional, entre algunas otras, serían medidas válidas. Descabelladas ideas y aprovechamiento del poder político dos claros ejemplos del reverso.
Barbaridades de algún congresista se escuchan desde antaño, y dudo que este quinquenio acabe con un récord. No obstante, es en la calidad legislativa e institucional donde deberíamos prender los reflectores. Leyes muy malas se han aprobado (y otras están en proceso) en lo que va de este gobierno, algunas que ponen en riesgo la sostenibilidad fiscal o el desarrollo sectorial.
Institucionalmente hablando, el fujimorismo tiene por delante un gran desafío: limitarse ante el potencial abuso del poder (que ostenta). Ser oposición es fácil; ser oposición sensata y positiva para el país es donde está el reto.
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