Pena de muerte
Pena de muerte

Es difícil entender la facilidad con la cual distintas personas se muestran a favor y en contra de la pena de muerte en casos de violación que terminan con la vida de un niño. Digo esto desde mi experiencia; alguna vez estuve a favor de la medida, y hoy me considero en contra de la misma (tal vez por dicho tránsito es que me parece difícil ser categórico en la materia). Como en muchas cosas que involucran decisiones sobre la vida de alguien, los extremos son más simples: “hay que matar a esos violadores asesinos”, “no vivimos en las cavernas, ya pasamos esa etapa”.

Por lo pronto, las razones estadísticas no son convincentes, ni a uno ni a otro lado. Hay estudios que demuestran la capacidad disuasiva de la pena capital, y pues parecería obvio que algo disuadirá una medida así. En todo caso, para quienes se encuentran en desacuerdo, el que exista estadística en contra debería ser lo de menos: la oposición no es por un tema de números, sino por un argumento principista (al menos, eso es lo que entiendo que desean señalar: que la sociedad no debe asumir el asesinato como una solución).

Luego está el argumento de la “inconstitucionalidad” de la medida. De nuevo, no es una buena razón: la Constitución puede sufrir cambios (de hecho, no sería la primera vez que modifiquemos artículos de la Carta Magna). Por lo pronto, la pena de muerte existe para casos de traición a la patria en caso de guerra (lo cual también es un sinsentido, y no escucho aún a los opositores de esta disposición pronunciándose a favor de un cambio constitucional).

Al final, el debate se debe reducir a si estamos dispuestos, como sociedad, a quitarle la vida a una persona por un crimen o delito, por penoso o violento que sea. Si la respuesta es positiva, pues existen varios delitos (que van más allá de la violación y muerte de un menor) antes que la traición a la patria.