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La maldición del doble cuco
“Toledo sobrevivió etapas de un dígito, pero tenía mejor gabinete y eran otras épocas en que las vacancias por incapacidad moral no se habían repetido tantas veces”.
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Ni la presidenta ni el premier parecen tener un radar político suficiente para manejarse en un entorno de tan baja aprobación. Toledo sobrevivió etapas de un dígito, pero tenía mejor gabinete y eran otras épocas en que las vacancias por incapacidad moral no se habían repetido tantas veces. Como se ha señalado anteriormente, si el gobierno no mejora sustancialmente en su desempeño y aprobación, el Congreso puede verse tentado de no sostenerlo a medida que se acerquen las elecciones, a ser convocadas en abril próximo.
Creer que iniciativas como Amanecer Seguro pueden conectar con la población es una combinación de falta de seriedad técnica y candidez política realmente sorprendente. En el tema que hoy más preocupa a la población y donde todos los días se vive la inseguridad ciudadana, pretender que una medida efectista (una más, ya hubo varias antes) va a impactar positivamente en la aprobación es no entender ajedrez básico. ¿Alguien puede creer que la inseguridad ciudadana va a bajar? Es un problema que no es fácil de resolver, pero que requiere medidas mucho más estructuradas. Y rematar diciendo que el Gobierno le respira en la nuca al crimen organizado ya se presta a broma, más aún si nadie se explica cómo así el ministro del Interior ha sido abogado defensor de policías acusados de vínculos con grupos criminales. Y, para remate, ello ocurre al día siguiente de que se escucha un audio en que el ministro quiere controlar a un periodista, y se termina conociendo que hay más audios. Ojalá esto no termine alejando ministros de perfil más técnico, que, aunque sean pocos, solo podrían ser reemplazados para peor.
Si sigue este drama de equivocaciones (comedia no es), el propio Gobierno aumenta la probabilidad de que en algún momento el Congreso considere que el costo político para las elecciones 2026 de sostener a la presidenta es demasiado y se empiecen a sumar los 87 votos para dar mayor imagen de oposición. En un escenario así, posiblemente haya cambio de Mesa Directiva, porque las personas voceadas hoy para esos cargos pertenecen a grupos políticos que sí tienen intención de participar en las elecciones 2026 y posiblemente candidateen para el Senado omnipotente que han diseñado. Ergo, quien sea elegido presidente del Congreso para una eventual sucesión tendría que cumplir una doble condición: no tener aspiraciones personales ni pertenecer a partido político con chance de participar en las elecciones 2026. Eso implicaría que pasamos a un gobierno débil y sin liderazgo desde algún momento posterior a abril de 2025 hasta julio de 2026.
Las elecciones 2026 están, por ahora, en escenario “duelo de cucos”. Fuerza Popular, al excluir a último minuto una serie de delitos que complicarían una candidatura de Alberto Fujimori, impidió que se aprobara la ley que impedía que condenados por delitos graves fueran candidatos a la Presidencia y vicepresidencias, aun si habían cumplido sus condenas. En estricto, y siguiendo el principio de que el peor pecado en política es ser ingenuo, tanto a Fuerza Popular como a A.N.T.A.U.R.O. les conviene la estrategia “su cuco asusta más que el mío” y la atomización del resto de fuerzas políticas. Tal vez por eso también no prospera un cambio legal que estimule las alianzas, bajando las exigencias de votos válidos que hoy se requieren. En realidad, habría los votos para que el resto de las bancadas, a las que sí les convendría tener esa posibilidad, pudieran aprobar la ley, pero no ha ocurrido. Una variante, que podría tener mayor viabilidad, es una en que se abra la posibilidad de que las listas al Congreso puedan, antes de las elecciones, apoyar a otro candidato presidencial. De esa manera los egos, que en política dificultan las alianzas tanto o más que las reglas, pueden tener más tiempo para digerir el sapo de que no son tan presidenciables como creían. Solo la unión de los minions nos puede salvar de repetir la maldición del doble cuco. Y ojalá se logre que haya buenas candidaturas al Senado todopoderoso, porque habrá mucho por reconstruir.
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