Augusto Rey: "No hay mucho que celebrar sobre lo aprobado el último sábado: trae mucho más ruido que soluciones". (Foto: Andina)
Augusto Rey: "No hay mucho que celebrar sobre lo aprobado el último sábado: trae mucho más ruido que soluciones". (Foto: Andina)

Invertir lo equivalente al 6% del PBI para educación es una aspiración que tenemos como país desde hace 18 años, cuando se firmó el Acuerdo Nacional. Además, en el 2015 suscribimos en Corea del Sur el Incheon Declaration donde nos comprometimos a invertir en educación al menos entre un 4% y un 6% del PBI o entre un 15% y un 20% del total del gasto público.

Como ven, el compromiso de invertir más en educación ya existe en el papel desde tiempo atrás. Además, hacerlo debería ser una prioridad evidente, pero no es necesario hilar mucho para darse cuenta de que si solo fuese necesaria una ley o reforma constitucional para lograr esa meta hace rato deberíamos haberla alcanzado.

Eso sin contar que los problemas de la educación peruana no se agotan en la falta de presupuesto, que, por cierto, ha ido incrementándose sostenidamente: en 2011 el % del PBI para educación fue menos de 3% mientras que para el 2021 será cerca del 4%. Además, se le destina aproximadamente 18% del presupuesto público, siendo la principal prioridad. ¿De dónde se podría sacar más dinero para educación sin comprometer otros sectores como salud o alivio de la pobreza?

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Lo aprobado en el Congreso el sábado, en el fondo, es una medida populista principalmente celebrada por quienes no quieren cambios estructurales que ataquen los temas de fondo. Nos vendría mucho mejor que las universidades con fines de lucro, como las del patriarca de APP, paguen tributos que ayuden a incrementar el presupuesto público que hoy solo representa 20% del PBI. Incrementar el presupuesto estatal sí permitiría destinar más recursos a educación sin socavar otros sectores que también necesitan atención urgente. El problema central es que recaudamos muy poco. A ello sumemos los problemas de gestión y ejecución.

Por eso no hay mucho que celebrar sobre lo aprobado el último sábado: trae mucho más ruido que soluciones.

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