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La fuerza ciudadana
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Estos últimos días hemos sido testigos de algo fantástico, del poder de la acción colectiva enfocado en pedir una ciudad mejor. La toma de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por parte de estudiantes y, en realidad, por la comunidad universitaria en pleno, es un hecho que transforma –creo yo que para siempre– la forma en la que se hace obra pública en nuestra ciudad. Coincidentemente, este acto de oposición, de rebelión, de lucha ocurrió al mismo tiempo que otra batalla igual de urgente aunque global: la huelga climática o marcha por el clima que convocó a millones de personas de todo el mundo. Exactamente un año después de que una solitaria adolescente, Greta, de 15 años decidió faltar a clases y sentarse frente al Parlamento sueco a modo de reclamo por la falta de acción ante la crisis climática.
Niños y adolescentes han aprendido más en su preparación y acción en la marcha climática que en las aburridas clases de matemáticas e historia. Los estudiantes de San Marcos han conseguido confirmar la teoría que les dice que la acción colectiva puede transformar el statu quo. El planeta y las ciudades, nuestro planeta y nuestras ciudades, ya no estarán más en manos de adultos con antiguos enfoques sino que su destino se definirá junto a quienes lo disfrutarán o sufrirán más. Estarán en manos de quienes realmente entienden que el futuro no es el futuro, que el futuro es el presente.
La naturaleza, el clima, el espacio público y la ciudad sostenible son, ahora más que nunca, esos bienes comunes que defenderemos siempre. Y aunque sean espacios en los que se disputa el poder, espacios de conflicto, lo que hemos ganado esta semana no es una oreja de un by-pass que ya no se hará, no son los millones de personas que salieron a marchar. Lo que ganamos es ese cordón humano, hecho de la carne y el corazón de estudiantes de la universidad pública. Lo que ganamos es ese compromiso de los millones de marchantes porque nuestro planeta no se queme, porque el modelo cambie, por la confirmación de que nuestras acciones son, realmente, importantes.
Una amiga y colega me decía que ya estamos tarde para empezar a preocuparnos por el mundo. Yo agrego, ya estamos tarde para empezar a preocuparnos por el destino de nuestra ciudad. La acción es ahora. No mañana, no después. Ya no hay tiempo. Solo queda hacer. La esperanza es que cada vez somos más los que estamos haciendo y estamos haciendo bien: ¡Sigamos, sigamos pues vamos a triunfar!
Postdata. Tomo prestadas unas líneas para agradecer por estos doce años de nobleza a Lola, nuestra hermosa perra boxer, que acompañó a mi familia desde sus inicios y que supo esperarnos hasta el último día para poder despedirse. Para poder despedirla. Nada puedo decir que la represente, que la honre, solamente su permanente recuerdo, pues solo cuando olvidamos a un ser querido es que llega la muerte definitiva y esa, a ella, no le llegará.
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