Durante la campaña de Bill Clinton en 1992, Bush padre era el favorito para ser reelegido debido a su exitosa política exterior. Sin embargo, el asesor de campaña de Clinton estableció tres frases que guiarían la campaña: Cambio vs. Más de lo mismo; la economía, estúpido; y no olvidar el sistema de Salud.
Esta estrategia enfocó la campaña en los problemas cotidianos de las personas, como los precios de productos y los servicios públicos, lo cual produjo que el candidato demócrata gane con holgura al presidente republicano. Esta situación se ha replicado en las elecciones de este año. Mientras Trump hablaba en sus mítines sobre la inflación, la inseguridad ciudadana y la migración ilegal; Harris se enfocaba en el feminismo, el género, la diversidad y el clima.
En el Perú, los políticos de derecha, izquierda y centro han enfocado su discurso en una eterna lucha institucional (elección de Tribunal Constitucional, Junta Nacional de Justicia, reforma política…) que poco o nada le importa a la mayoría de los peruanos. La DBA vive en lucha permanente contra los caviares; la izquierda tiene como única propuesta el cambio de Constitución; y el dizque centro (progresistas) copia discursos de progresistas estadounidenses y europeos que claramente no son prioridades en un país con 30% de pobreza y un tercio sin agua potable.
Esta desconexión genera un vacío entre el elector y los políticos que es llenado por un outsider, un antiestablishment como Trump o Milei, o un radical como Antauro. El elector peruano probablemente se inclinaría más hacia la opción radical, debido al hartazgo ante la deslegitimación del sistema político, la crisis de seguridad y la corrupción en todos los niveles del Estado.
Por ello, los candidatos de derecha racional (no la DBA como porkystas o fujimoristas acérrimos) deben aterrizar sus discursos en los problemas cotidianos de la población y no en conceptos macro que no todos entienden. Si hay una duda por donde empezar, como diría la campaña de Clinton: “La economía, estúpido”.