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Juan Mendoza Pérez: La Sunedu debe desaparecer

En su afán de asegurar la calidad educativa, la Sunedu nos garantizará la mediocridad académica.

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Fecha Actualización
Economista

Es un loable fin mejorar la calidad de la educación universitaria. Pero es un gravísimo error pretender hacerlo a través de la Sunedu.

La existencia misma de la Sunedu es incompatible con la autonomía universitaria. La lógica implica que no puede haber universidades autónomas que, al mismo tiempo, estén supeditadas a la Sunedu. Y es fundamental defender la autonomía universitaria porque la experiencia internacional nos dice que la excelencia académica es resultado de la más amplia libertad en la gestión universitaria.

No hay duda de que la gran mayoría de las universidades más destacadas del mundo están en Estados Unidos. ¿Cómo consiguieron este lugar de privilegio las universidades estadounidenses, tomando en cuenta sus modestos inicios? Lo hicieron como consecuencia de la competencia y la iniciativa individual, sin interferencia del Estado. Ni Chicago, ni Harvard, ni Yale son el resultado de nada remotamente parecido a la Sunedu. Por el contrario, la indudable calidad de estas universidades es muestra de cómo la libertad es notoriamente superior a la planificación e interferencia estatales.

No hay nada que incentive más la generación de conocimiento que el debate entre posiciones encontradas, que la diversidad de opiniones y modos de investigación y educación. La mejor carta de presentación de una universidad es qué tan bien les va a sus graduados. En su afán de asegurar la calidad educativa, la Sunedu nos garantizará la mediocridad académica.¿Son acaso las mejores universidades peruanas un logro de la regulación estatal? ¿No es más bien el caso de que la calidad educativa en las universidades públicas deja mucho más que desear que en las privadas? ¿A qué burócrata iluminado se le ha ocurrido que con más interferencia del Estado vamos a conseguir mejores resultados?

Basta examinar el reglamento de infracciones y sanciones que ha publicado la Sunedu para darnos cuenta del despropósito de su existencia. ¿Por qué tiene que haber límite de edad para ser profesor? La Sunedu hubiera jubilado a Newton, Einstein y Heisenberg. ¿Por qué es esencial un doctorado para avanzar en la carrera docente? Keynes y Friedman, economistas estelares del siglo XX, nunca hubiesen llegado muy lejos. En un magnífico artículo reciente, Sandra Belaunde nos dice que la mayoría de los premios Nobel no podrían dictar en el Perú de acuerdo a la Sunedu.

El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El paternalismo está a un paso del autoritarismo. ¿Para qué transitar el tortuoso sendero por el que sin duda nos llevará la Sunedu?