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Juan Mendoza Pérez: Perdido en su laberinto
“El presidente ha omitido mencionar que no existe una evaluación de impacto oficial sobre el programa Juntos. Así como lo lee, apreciado lector”.
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Economista
El mensaje presidencial de Fiestas Patrias ha sido una completa decepción. Más allá de un cúmulo de frases vacías dirigidas a la tribuna, la filosofía del mensaje es la errada concepción de que la redistribución del ingreso debe ser la prioridad de la política económica. Pero los datos nos dicen que si queremos aumentar el bienestar y reducir la pobreza, el objetivo central de la política económica debe ser crecer, crecer y crecer.
Un cálculo sencillo nos dice que entre el 80% y el 85% de la caída en la pobreza entre el 2004 y el 2013 se debió al crecimiento económico y no tuvo absolutamente nada que ver con los programas sociales. Y el restante 15% a 20% se debió a la reducción en la desigualdad que tampoco se puede atribuir a los programas sociales.
El presidente ha omitido mencionar que no existe una evaluación de impacto oficial sobre el programa Juntos. Así como lo lee, apreciado lector, no sabemos si Juntos efectivamente funciona. Lo que sí sabemos es que cuesta miles de millones de soles y que genera una cultura asistencialista, pues hay que seguir siendo pobre para recibir las dádivas del gobierno de turno. Y Ollanta Humala no nos explicó por qué ha aumentado la anemia infantil de 41.6% en el 2011 a 46.8% en el 2014, luego de haber caído 15 puntos porcentuales entre el 2007 y el 2011. ¿Será acaso porque su gobierno desarticuló el Programa de Nutrición Infantil? ¿Cómo es posible que aumente la anemia con tanta plata destinada a la llamada "inclusión social"?
Lo cierto es que no ha habido gobierno más enemigo de la inversión privada y de la economía desde 1990. Las cifras son categóricas: el crecimiento promedio ha caído de 8.2% entre el 2006 y el 2011 a 3.9% en lo que va de esta administración. Peor aún, este año el crecimiento está en apenas 1.7%. La inversión minera está en franco retroceso. ¿Y la política económica? Bien, gracias. De forma inexplicable la inversión pública no deja de desplomarse.
Ollanta Humala desaprovechó una valiosa oportunidad para decirnos qué medidas concretas tomarán para enfrentar la desaceleración económica. Tampoco dijo qué postura tiene sobre el salario mínimo ni sobre Tía María y los otros proyectos paralizados. Y aunque no hay que pedirle peras al olmo, no se dijo nada más que saludos a la bandera sobre cómo mejorar la catastrófica provisión pública de seguridad ciudadana e infraestructura, razón de ser del Estado.
No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Lo bueno del mensaje de Humala es que ha sido el último.
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