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Juan Mendoza Pérez: El gasto militar
“¿Qué lecciones hemos aprendido de nuestra historia cercana y lejana sobre las consecuencias de la desatención a la defensa nacional?”.
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Economista
La defensa nacional es función esencial del Estado. Sin embargo, los datos de los últimos años sugieren que el Perú ha elegido tener escasa e ineficiente provisión de defensa nacional.
En efecto, el gasto militar en el Perú es apenas 1.3% del PBI como promedio entre el 2005 y el 2014, y menos del 8% de los gastos del gobierno central, muy por debajo de la asignación a la defensa de los países vecinos, según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Así, por ejemplo, en el mismo período, el gasto militar de Chile ha sido 2.2% del PBI mientras que los de Ecuador y Colombia han llegado a 2.7% y 3.4%, respectivamente. En términos per cápita, Colombia y Chile asignan 3 y 4 veces lo que el Perú asigna a la defensa nacional; el Ecuador, el doble.
Además, la estructura del gasto militar es ineficiente pues poco más del 90% del mismo se ha concentrado en el gasto corriente como promedio entre el 2000 y el 2014. En otras palabras, menos de un décimo de cada sol gastado en defensa se ha asignado a la adquisición de armamento y equipo. Por ello, el grueso del equipo militar peruano tiene décadas de antigüedad. Nuestra tecnología de provisión de defensa nacional es anacrónica, similar a la observada en otros países siglos atrás.
Y mejor ni preguntar sobre las remuneraciones y pensiones militares en nuestro país. Los militares ecuatorianos y chilenos, por ejemplo, reciben entre 3 y 4 veces más que nuestros militares, incluso tomando en cuenta las diferencias de poder adquisitivo, y ello sin considerar las diferencias en la provisión de servicios de salud y vivienda para el personal militar.
Con tan pobre asignación de recursos, ¿qué resultados podemos esperar? No debería llamarnos la atención, entonces, que no seamos capaces de controlar el Vraem. Tampoco deberíamos extrañarnos del reciente, vergonzoso y lamentable episodio de espionaje.
¿Qué lecciones hemos aprendido de nuestra historia cercana y lejana sobre las consecuencias de la desatención a la defensa nacional? ¿Estamos contentos los peruanos con el calamitoso estado de la defensa nacional? ¿Cómo así hemos llegado a la conclusión de facto de que, a diferencia de lo que piensan nuestros vecinos y la mayoría de países independientes, la defensa nacional es relativamente menos importante en el mundo actual?Cuando el Estado renuncia a la provisión de bienes públicos primordiales, como la defensa nacional, renuncia a su razón de ser.
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