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Juan José Garrido: Quienes ganan, quienes pierden
“El estercolero es de tal tamaño y de tal profundidad que en nuestras narices se dan el lujo de hacer sus movidas y salir limpios de polvo y paja”.
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La sensación de impunidad y de injusticia está a tope en el Perú. Ni para los entendidos –aquellos que se encuentran permanentemente informados, que conocen la estructura organizacional del Estado, cuáles son los mandatos y límites, y cómo funciona cada organismo– queda claro quién es el responsable, al final, de esta cuchipanda inacabable a costa de los contribuyentes. Muchos de ellos, con razón, ponen el grito en el cielo, a sabiendas de que resolver el problema no es cuestión de un organismo o una persona, menos aún de una decisión. El problema es complejo, requiere de muchos acuerdos, y no se resolverá de la noche a la mañana.
Pero, seamos sinceros, ¿cuántos son esos "informados"? Un minúsculo porcentaje de los ciudadanos; léase, la gran mayoría no sabe quién debe hacer qué, cuándo y por qué, pero igual están con rabia, impotencia y saben que se levantan al país en peso… entonces, ¿a quién responsabilizan?
¿Quiénes pierden con esta sensación de hartazgo ante tanta impunidad? Siendo la política antropomórfica, el primero que se lleva una buena tajada de la "culpa" es el presidente, sea quien sea. Y en el caso del actual mandatario, en mayor medida cuando muchos le señalan casos específicos (ex asesor Moreno y Chinchero, por ejemplo). Luego, el Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación… pero de nuevo, ¿quiénes son? ¿Cuántos reconocerían al responsable si se lo cruzan por la calle? Pocos, ¿verdad? El gran perdedor de esta crisis es el presidente (y de refilón, sus ministros).
¿Quiénes ganan con esta situación? Para empezar, la oposición política. Solo tienen que señalar y gritar, y tarea cumplida. Otros que se ganan son los corruptos. En este muladar, pasa piola cualquier jugada judicial, fiscal o policiaca. El estercolero es de tal tamaño y de tal profundidad que en nuestras narices se dan el lujo de hacer sus movidas y salir limpios de polvo y paja. Otros ni se preocupan. Ojo, estamos jugando con fuego. Revisemos la historia y miremos otros países para estar conscientes de cómo acaban estas crisis.
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