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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Que Pedro P. Kuczynski, nada menos, se declare progresista es una fatal consecuencia de los tiempos que vivimos. Tiempos –claro– políticos, tanto de ideas como de acción. Si quien ha servido de ejemplo de prudencia macroeconómica, de los beneficios del mercado y de muñeca política no puede vender un paquete de derecha, la cosa debe estar peor de lo que pensamos.

A ver, que la cosa no es tan difícil. La izquierda puede criticar todo lo que quiera sobre las falencias institucionales, y nos unimos a esa crítica; puede denunciar los abusos políticos e individuales de los noventa, y la acompañamos también. Pero, en el lado económico, la crítica es vacía: con todo lo que haya por mejorar, nuestro marco de desarrollo es infinitamente mejor a lo que vivimos bajos sus ideas y programas hasta 1990.

¿Nadie se anima a tomar esa bandera y lanzarse al ruedo envuelto en ella? En un país con 23% de pobres y 5% de pobres extremos, nuestra miope clase política cree que solo por la izquierda se puede ganar una elección. Craso error, si me preguntan. Un discurso por la derecha puede, perfectamente, levantar una ola de esperanza.

Por ejemplo, ofreciendo mejoras del "modelo": reformas institucionales (gobierno electrónico, apertura a sistemas judiciales paralelos, mejor descentralización, tolerancia cero con la corrupción, sistema de partidos), tributarias (flexibilización y facilitación de los trámites, reducción de los costos, descentralización de los procesos), laborales (facilitación para contratar y despedir –en este último, con programas de reinserción laboral o algún tipo de "seguro"–, reducción de los sobrecostos a cargo del Estado –no del trabajador–), sociales (sistemas de educación y salud), y, por supuesto, en seguridad.

Que alguien se anime a salir del clóset: denuncien el mercantilismo, la corrupción, la demagogia y el populismo ramplón; incluyan propuestas de ciudadanía, preocupación por los derechos y deberes de todos, por el medio ambiente; demuestren intenciones de inclusión económica, pero también política, social y cultural.

En el peor de los casos, los recordarán por una campaña de ideas y honestidad intelectual.

Juan José Garrido director@peru21.com