notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La victoria del opositor Mauricio Macri en las elecciones generales argentinas, ayer, pueden significar –y así esperamos– el primer paso hacia la erradicación del nefasto movimiento socialista bolivariano en América Latina. Y es que la caída del kirchnerismo no será poca cosa: generará cambios al interior de la economía y la política de Argentina, pero, sobre todo, un giro en la geopolítica regional.

Los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa, Cristina Fernández (2007-2015), sentaron las bases de un clásico modelo populista-socialista latinoamericano: incremento sustancial del gasto público aunado a mayores regulaciones, costos e impuestos, que han dejado una economía frágil, con un alto déficit fiscal, una inflación que se va de las manos, y un sector empresarial arruinado. Como siempre, los únicos que ganaron en estos 12 años fueron los mercantilistas que circundan como buitres estos gobiernos, a sabiendas de las corruptelas que se producen en medio del discurso progresista.

Al interior, la cosa no será fácil para Macri. En el 2001, Argentina se encontraba en el puesto 53 sobre 75 economías (percentil 70) en el índice de competitividad del FEM; Perú, en el mismo ránking, se ubicaba en el puesto 63. Catorce años después, Argentina se encuentra en el puesto 106 sobre 140 (percentil 75); Perú en el puesto 69. Lo peor está, por supuesto, en los detalles: puesto 108 en el perfil macroeconómico, y puesto 135 en calidad institucional. Macri tendrá que lidiar con altos impuestos, una población acostumbrada al populismo, con una inflación que bordea el 15% (se calcula 25% para el próximo año), y un alto déficit fiscal (7%). Pero, sobre todo, con una población polarizada, resto natural de estos ejercicios de populismo presidencialista.

Es en el ámbito regional, sin embargo, donde el ingreso de Macri generará las mayores oportunidades para la región: ni la muerte de Hugo Chávez fue tan importante para desmantelar el movimiento bolivariano. La promesa de Macri ha sido romper ese eje; en lo mínimo, retirar a la Argentina de ese desaguisado. Ojalá. Argentina, alguna vez, fue el país más desarrollado de Latinoamérica.