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José Luis Gil Tragedia policial, insultos y penosos silencios
Columna de José Luis Gil
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Durante los 163 días de emergencia, 415 policías fallecieron y 25 mil se contagiaron. Se trata de la primera línea de lucha contra el COVID-19 en las calles y nadie, ni dentro ni fuera del Estado, podrá desprenderse de una parte de la responsabilidad por la tragedia que hoy vive la institución policial. Contrariamente, en el caso del personal del sistema de salud, primera línea contra el COVID 19 con un mayor nivel de exposición, el número de fallecidos es menor. ¿Qué está fallando? Necesitamos acciones y respuestas.
Entre los factores que han influido en la fatídica estadística está el desprecio que mostraron por la vida de sus compañeros quienes incurrieron en actos de corrupción (con compras sobrevaloradas y de mala calidad) para su beneficio personal. También hay que considerar la exigencia operativa del gobierno contenida en los dispositivos legales que obligan a la PNP a salir a las calles para continuar con el “cuerpo a cuerpo” con los ciudadanos renuentes a cumplir con la ley. El buen criterio de los jefes para aplicar la ley, cuidando la salud del personal, estuvo ausente en muchos casos.
La precariedad de la estrategia comunicacional para lograr que protocolos sanitarios claros tengan efecto positivo, así como informalidad en el uso de los sistemas de protección personal, también han jugado en contra de la abnegación policial. El reto actual para el ministro del Interior y el director PNP, general Orlando Velazco, es lograr el equilibrio entre la vida de los policías y la seguridad ciudadana.
Si bien es cierto existen avances poco difundidos sobre el logro en recursos económicos y logísticos (aviones, ambulancias y otros) de las gestiones de los exministros Carlos Morán, Gastón Rodríguez y el actual, Jorge Montoya, estos no califican como un “favor” a la PNP, sino un deber y una obligación frente a la postergación e indiferencia histórica de la clase política para con su principal fuerza de seguridad interna.
Lamentamos el sepulcral silencio de los locuaces exministros Remigio Hernani y el exdirector PNP Eduardo Pérez Rocha, entre otros “policiólogos” circunstanciales, a quienes parece que solo los inspira la yugular de los ministros policías de turno, pero cuando se trata de opinar para resguardar la vida, la salud y la dignidad de los policías con esa misma fiereza, brillan por su ausencia. ¡Más consecuencia, señores!
En medio de la tragedia de la familia policial, personajes como Rosa María Palacios insultan a los policías abusando de su posición de “influencer” para “deslizar” (con mala intención) que nuestros efectivos salen a “cobrar” en cuarentena. Esto merece nuestro rechazo y exigimos disculpas públicas por el maltrato inferido a la PNP.
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