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Narcotráfico returns
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Una de las principales amenazas a la seguridad del país es el narcotráfico. Su presencia en la selva peruana y otras regiones causan un tremendo daño a la ecología con la contaminación que generan, y dejan una dramática estela de destrucción, muerte y corrupción, además de afectar la economía del país.
En la última semana, terroristas de SL Vraem realizaron “hostigamientos” (disparos de fusil) a la base del Ejército Peruano de Paquichari (Junín) dejando heridos a varios soldados como una muestra de que la cuarentena para ellos ha terminado. Como es obvio, los terroristas han dejado clara que su alianza con los narcotraficantes está vigente y que están dispuestos a facilitarles los caminos de herradura y las trochas para el traslado de la droga, atacando a las FFOO si fuera necesario.
La semana pasada, gracias a un excelente trabajo de inteligencia de la Dirandro PNP, se realizó –en medio de una balacera en pleno monte–, la captura de una banda de “cargachos” que se desplazaban con alijos de cocaína por el Vraem, rumbo a una pista de aterrizaje. La droga tendría un valor de 100 millones de dólares en Europa.
No hay que olvidar que el COVID-19 también los “afectó”, haciendo que el precio de la cocaína en el Vraem cayera en 58%, obligando a los traficantes a contraer el “negocio” a causa del confinamiento obligatorio. La cadena de producción disminuyó su dinámica y esta, a la vez, el comercio ilegal. Oficialmente el narcotráfico entró en “recesión” a nivel mundial.
Como quiera que para los traficantes la cuarentena ya culminó, se prevé el inicio de un época violenta para recuperar el “mercado ilegal” con duras disputas por territorios, drogas, armas y reclutamiento de más “cocineros”, jaladores, pisadores, “cargachos”, entre otros. No se puede soslayar el hecho que tienen droga almacenada por meses y esta tendrá que ser negociada prontamente para “recuperarse”. La violencia está garantizada.
Corresponde, entonces, que la estrategia considere tensar las líneas de acción en inteligencia para ejecutar operaciones que bloqueen el ingreso de insumos químicos a las zonas de producción, que la captura de los “duros”, cabecillas o financistas sea una constante y no la excepción, y se intensifiquen las actividades de contrainteligencia para detectar y capturar a los que desde su puesto en el Estado (militar, policía, funcionario o autoridad) sean parte de las organizaciones de traficantes, para confinarlos para siempre tras las rejas.
La lucha contra la amenaza del narcotráfico es una tarea históricamente pendiente para el país y hay que dar esa batalla, aunque nos cueste sangre, sudor y lágrimas. No hay otra.
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