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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Si algo bueno ha tenido la crisis de Tía María, es el haber descubierto que tenemos en José Luis Pérez Guadalupe un buen ministro del Interior; con ganas de hacer bien las cosas, con agallas, siempre al pie del cañón, al lado de sus "generales"; y estos, a su vez, ubicados donde las papas queman y no "dirigiendo" las operaciones por teléfono.

Lo malo de Tía María fue la incapacidad de la empresa privada y del gobierno para aplicar una buena estrategia de comunicación con el fin de exponer las bondades económicas del proyecto y saber explicar que no es verdad que se perjudicaría la actividad agrícola en la zona, con su ejecución.

Lo que a todas luces ha quedado demostrado, también, es que los dirigentes sociales en Tía María no son antimineros, sino antiprogreso. La ideología que gobierna sus cerebros, de clara tendencia extremista, ha hecho posible que el retraso económico y social persista en la zona, privando de crecimiento económico a miles de familias y con ello perjudicando el desarrollo del país.

Un proyecto de mil cuatrocientos millones de dólares, que generaría diez mil puestos de trabajo, mejoras en la infraestructura educativa, transportes, comunicaciones; y trescientos millones de dólares en canon y regalías para Arequipa, puesta en riesgo por la ineptitud de los gobernantes privados y públicos, es una cosa de locos.

La autoridad no es sinónimo de represión, la autoridad está en saber aplicar la ley. El gobierno debió coordinar con los fiscales para denunciar "en una" a los delincuentes que destruyeron bienes públicos y generaron pérdidas humanas y cientos de heridos.

Esta pausa no tiene que ser de quietud. Este período de dos meses deben ser utilizados para poner tras las rejas a los "dirigentes antiprogreso" que han sembrado temores infundados con relación al impacto ambiental del proyecto, además de las permanentes amenazas en contra de la población que quiere el bienestar económico de su región.

Ojalá que nuestro presidente convoque al Consejo de Estado para desarrollar una estrategia de progreso y orden, sacando del escenario a los disque dirigentes, que solo siembran el terror y retroceso del país.

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