Los intocables

La Comisión de Constitución archivó esta semana el proyecto enviado por el Ejecutivo para que sea el Poder Judicial el encargado de evaluar el levantamiento de la inmunidad parlamentaria. Una oportunidad perdida por el Congreso para demostrar que está a la altura de la reforma política que el país está reclamando a gritos.

En su defensa, varios de sus representantes han reclamado que hay un afán promovido desde Palacio para disminuir a dicho poder del Estado en aras de fortalecer un sistema presidencialista. Arguyen que así como el jefe de Estado y los ministros gozan del beneficio del antejuicio, ellos no pueden perder uno de sus más importantes mecanismos de protección a través de lo que califican como una clara amenaza a su labor fiscalizadora, a su derecho a la investigación y un atentado al equilibrio de poderes que toda democracia debe respetar.

Para muchos peruanos está claro que hay necesidad de cambios en las reglas de juego sin que eso suponga que los proponentes sean intocables por el solo hecho de haber tomado la iniciativa. Sin embargo, olvidan nuestros congresistas que ellos solitos han acumulado méritos para que los electores hayamos llegado a la conclusión de que pervirtieron la inmunidad y la transformaron en impunidad. Una capa que los hace intocables cuando ellos sí pueden, en cambio, citar, por ejemplo, a los miembros del gabinete, cuando no someterlos a interpelación y censura de darse el caso.

Sobran los ejemplos de blindaje, una palabra que se está volviendo un lugar común a la hora de calificar la actitud que suele tener el Parlamento a la hora de ejercer desde la mínima autocrítica hasta la necesaria depuración de la que hoy más que nunca depende su propia legitimidad ante quienes los pusimos donde están. Con los derechos que hoy defienden.