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Innovación y educación financiera

Todavía quedan evoluciones adicionales que desarrollar, tanto en el producto como en las plataformas y el ecosistema en general.

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Martin Mayer, en su libro The Bankers, repite la historia de un banquero a quien, en 1973, en su ceremonia de despedida después de 50 años de servicio en un banco de Virgina en los Estados Unidos, le preguntan cuál había sido el cambio o la innovación más importante que había podido ver en su medio siglo de servicio. El hombre, después de pensarlo por unos instantes, finalmente toma el micrófono y dice: “El aire acondicionado”.
Esto revela que la innovación en el sistema financiero no siempre ha seguido la misma velocidad que vemos hoy. En la actualidad, los cambios asociados a la transformación digital siguen un patrón exponencial. En el Perú, en muy poco tiempo hemos multiplicado las transacciones digitales por más de 30 veces y hoy en día un producto como las billeteras digitales alcanza a más de 17 millones de peruanos. De esta manera, las billeteras digitales se han convertido en uno de los principales vehículos de inclusión.
La pandemia y el momento en que sucedió permitieron catalizar un producto que devino en muy útil en esas circunstancias. Se juntaron la necesidad y la posibilidad. Un producto gratuito para el consumidor, que, además, es sanitariamente muy superior a los billetes y monedas, nos permitió transar aun en pleno confinamiento. Hoy sin pandemia y habiendo probado sus bondades, lo seguimos usando por las conveniencias que hemos identificado de primera mano, cada uno de nosotros.
Todavía quedan evoluciones adicionales que desarrollar, tanto en el producto como en las plataformas y el ecosistema en general. Uno puede pensar que las principales restricciones para la inclusión a través del crecimiento en los pagos digitales están en el ancho de banda y en la disponibilidad de señal, las cuales, es cierto, son restricciones, pero no necesariamente constituyen la restricción más importante. En el largo plazo, la restricción más importante probablemente la imponga nuestro nivel de educación financiera. Concretamente, nuestra capacidad de entender toda clase de dinero, incluyendo billetes y monedas, como elementos virtuales.
En la historia económica mundial, el dinero surge como una tecnología social que emana naturalmente de la unión de, por un lado, las habilidades de leer y escribir, de operar aritméticamente y de manejar la contabilidad de la burocracia de Mesopotamia, con, por otro lado, la conceptualización griega de valor económico abstracto. El valor abstracto, la contabilidad y la posibilidad de transferir deudas son los elementos centrales en cualquier definición de esta tecnología social que llamamos dinero.
Nuestras dificultades de comprensión lectora, de razonamiento matemático y, sobre todo, nuestras dificultades para conceptualizar el valor económico como algo abstracto son los escollos mayores en el camino hacia una mayor inclusión financiera en nuestro país. De ahí se deriva la importancia de mantener nuestros esfuerzos para ofrecer una mejor educación financiera para todos los peruanos.