(GEC)
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Ese 83% de peruanos que, según la encuesta nacional de Datum, aprueba el retiro de la inmunidad parlamentaria a los congresistas confirma el rechazo no solo a una práctica que era casi la norma en muchas tiendas políticas que aceptaban candidaturas de personajes que, al ser elegidos, se ponían fuera del alcance de la ley, sino también el repudio a un poder del Estado que se asocia a la incompetencia y el latrocinio.

En buena hora, entonces, que las distintas bancadas hayan dado por recibido el mensaje y, al menos en una primera votación, decidieran mayoritariamente eliminar un privilegio de inmunidad que, como se ironiza en la calle, no era más que un malhadado derecho a la impunidad.

Los casos del difunto Moisés Mamani y el general Edwin Donayre, quienes de un modo u otro lograron eludir la acción de la justicia por largo tiempo luego de haber sido denunciados, acusados, procesados y finalmente haber recibido sendas sentencias en contra por distintos delitos, no fueron los primeros ni los únicos –aunque quizás sí los más notorios– episodios de demorados desafueros o inhabilitaciones en la historia parlamentaria del país.

Lo escandaloso era el modo en que sus colegas se prestaron para todas las maniobras dilatorias a que estos acudían para evitar responder por sus actos: el penoso dictum de otorongo-no-come-otorongo vivió sus años de máximo esplendor, qué duda cabe, cuando la bancada de la señora Keiko Fujimori definía a placer la deriva del Poder Legislativo en el Perú.

Este sistema de protección se creó para defender al parlamentario en el debate político o para salvaguardarlo de amenazas contra su labor de fiscalización, pero en los últimos años se distorsionó a tal extremo que el hemiciclo de la Plaza Bolívar terminó convertido en una suerte de guarida inexpugnable desde donde una serie de oscuros personajes se las arreglaban para proteger sus dudosos intereses, que es justamente la percepción pública que airea la encuesta de Datum.

Ya se oyen voces discordantes –como la del espurio y efímero presidente depuesto hace unas semanas, cómo no–, pero cabe esperar que la segunda votación a realizarse en la próxima legislatura confirme lo que es un clamor nacional.

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