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Incubadoras de rabia
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El estupor con que se recibió la noticia de 30 niños muertos en el Hospital Regional de Lambayeque, en lo que va del año, por falta de incubadoras, se ha convertido en indignación al saberse que existían partidas presupuestarias destinadas a la renovación de equipo médico básico pero que se usaron en canastas navideñas y tarjetas de consumo para el personal del nosocomio.
Tan inaudita falta de criterio o elemental sensibilidad humana, debería ser castigada con todo el peso de la ley –la Contraloría ya está en ello– pero lo alarmante es que no se trataría del único caso de manejo errático del presupuesto transferido a las regiones. En el Hospital Honorio Delgado de Arequipa, por ejemplo, también se ha puesto de manifiesto similar situación. Ello pese a que, durante su campaña electoral, Elmer Cáceres Llica prometió que asignaría al nosocomio una partida de 20 millones de soles para ese fin. El gobernador Cáceres, sin embargo, parece andar muy ocupado en la tarea de promover disturbios y movilizaciones antimineras, como para pensar en la salud de los arequipeños.
Todo hace pensar, asimismo, que lo que todavía se mide con el cartabón de los incidentes aislados, podría evidenciar mayor gravedad si se realiza una evaluación rigurosa de departamentos similares, perinatales y postnatales, en hospitales de todo el país. ¿Quién ajustará a los gobiernos regionales por su responsabilidad en ello? ¿Alguna institución se animará a poner sobre la mesa, ya mejor revisadas y actualizadas, las escalofriantes cifras de la salud pública? Porque, como ha dicho la ministra del sector, Zulema Tomás, el problema de falta de equipos, mantenimiento, personal capacitado e infraestructura, viene de años atrás. En lo que va del presente, falleció el 7% de los 17 mil bebés que habían nacido prematuramente debido a, además de las carencias mencionadas, la falta de control prenatal y a la anemia de las madres, muchas de ellas adolescentes.
Estas tragedias no pueden ser sepultadas bajo cuadros estadísticos con cifras sea prometedoras o preocupantes. Las muertes infantiles que hoy llaman a escándalo ha puesto en cuestión, una vez más, todo el modelo sanitario con el que convivimos los peruanos.
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