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Tiempos confusos. De espada de doble filo. Las libertades que conquistamos en los 60 y los 70, civiles y sexuales, las están metiendo hoy de vuelta en un corsé. Los verdaderos derechos civiles, aquellos que le dieron el voto a las mujeres y la plena ciudadanía a los negros, retroceden ante reclamos limitados a cuatro gatos. Los atropellos y abusos que aún existen ahora van en dos sentidos.
Minorías verdaderamente mínimas reivindican un territorio propio y cuando no su propio idioma. ¿Por qué? Nadie las oprime. Viven en democracia. Han comprendido que a los políticos les aterran las redes, que todos pueden ser chantajeados con el cuento de David y Goliat. No es una lucha por la P de principios, es por las P-P de plata y poder. Donde antes existía un ideal–Apartheid, derechos civiles– una razón para subirse a las barricadas, ahora hay una componenda. Me das tanto, me callo. No me das y te jorobo el paraíso.
Ayer luchábamos por la libertad sexual. Época liberadora esos 70. Nos sobraba el sostén y nos faltaba hacer como los hombres y acostarnos con quien nos diera la gana. Entonces apareció la píldora y se niveló la cancha.
Mi generación partió toples a Woodstock o a la playa. Se soltó el moño tieso de laca, tiró la faja y las pestañas postizas al water, salió debajo del casco de la peluquería y se secó el pelo al viento. El maquillaje se fue y las más audaces dejaron de depilarse. El amor se hizo en camas de agua, una chicharra a la mano, “Crosby, Stills & Nash” sonando al fondo. Tiempos de exploración y descubrimiento; la música era todo, la plata solo un detalle, total casi nadie tenía. Descubrimos el surf y vivimos bajo las olas en nuestro “Yellow Submarine”.
La ropa era casera. Bordábamos nuestros propios jeans y teñíamos polos sicodélicos tie dye en una olla.
No existían las marcas. No había ni redes, ni celulares. Polaroid tomaba fotos que aparecían y desaparecían a la luz como “Puff the Magic Dragon”. Se estrenó “Hair” con desnudo frontal total en Broadway y empezó “The Age of Aquarius”; hoy día se llevaban preso a todo el elenco.
Ahora Instagram enseña todo. Tetas y potos. ¡Ojo! de silicona. La faja se puso de nuevo de moda –para rellenar más los potos y las tetas– porque nada es suficiente cuando pagando se puede tener más.
Uñas falsas. Implantes. Pelo con extensiones, pestañas como arañas. Pilates, lipo y botox. Las nietas de los 70’s se sometieron de nuevo al diktat del ideal victoriano masculino: la mujer–cuerpo–reloj–de–arena.
Y ni siquiera lo saben. Creen que son más libres porque pueden meter preso a un millonario abusador pero buscan emular a las muñecas perfectas que alucina el abusador, plásticas y sin sesos. Rompiendo el ciclo de deseo y venganza una actriz francesa mostró ser verdaderamente libre cuando dijo: “¿Esto quiere decir que ya no me puedo acostar con alguien para conseguir un papel?”. “Imagine”.
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