(USI)
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La oración que hace de título de esta columna es evidentemente falsa. Sin embargo, fue pronunciada en un reciente video por el vocero de Con mis hijos no te metas. Para Christian Rosas, es incorrecto tildar de homófobo a quien no “aprueba, consciente o apoya la homosexualidad” porque según él homofobia es un “término ideológico”.

A pesar de la seguridad con la que el hijo del pastor Julio Rosas hace esta afirmación, basta con cambiar algunos de los términos de su argumento para entender que es un sinsentido. Si yo dijera “no apruebo ni apoyo la oscuridad de la piel, pero no soy racista”, posiblemente todos reirían de mí. Incluida la gran mayoría de los seguidores del colectivo Con mis hijos no te metas. Si no apruebas la homosexualidad, lo siento, pero eres un homófobo de libro de texto. Del mismo modo que si no apruebas a las personas con tez oscura eres racista.

Lo más curioso de casos como el de Rosas es que estamos ante discursos que pretenden tener validez científica. Tras una revisión de sus videos, encontré que sustenta sus afirmaciones en lo que indica la Asociación de Psicología Americana (APA). Como la asociación de psicólogos más importante del mundo señala que la orientación sexual es una “atracción”, entonces para Rosas uno puede desaprobar la homosexualidad sin que ello implique alguna falta. La orientación sexual sería solo un “gusto” y no una “característica objetiva del ser humano”: “La orientación sexual, o los gustos deportivos o gastronómicos no requieren protección (…) de lo contrario existirían los cevichefóbicos, por ejemplo”.

El primer problema con el argumento de Rosas es que las reacciones que genera la homosexualidad no son siquiera comparables con una discrepancia alimenticia. Hasta donde tengo conocimiento, nunca ha habido persecución ni estigma contra quienes manifiestan su gusto por el ceviche. Tampoco a nadie se le ha ocurrido decir que las personas no se pueden casar porque la “ley natural” prohíbe el matrimonio entre los amantes del ceviche. Mucho menos se ha dejado de contratar a personas porque les agrada el ceviche o se los ha fusilado solo por sus preferencias gastronómicas.

El gusto por el ceviche y la orientación sexual, además, juegan roles muy distintos en la vida de las personas. Como sabe cualquier psicólogo, la orientación sexual es un componente básico de la vida afectiva, emocional y de la identidad de los seres humanos. Define en buena cuenta quiénes somos y nuestras relaciones con otros. Decir “no apruebo la homosexualidad” no es lo mismo que decir “no apruebo tu gusto por el arroz con pato”. Es, en realidad, decirle a otra persona que no lo apruebas en tanto persona.
A la base del razonamiento de Rosas está, como decía, la idea de que la orientación sexual es una “atracción” y no un componente “objetivo” de las personas. No sé qué entiende por “objetivo”, pero que la orientación sexual sea una atracción no significa que estemos ante una opción, un dato arbitrario o un gusto modificable. Como dice la propia APA, la mayoría de científicos considera que la atracción sexual se explica por componentes biológicos, cognitivos y ambientales (https://goo.gl/SiH4Rh). De hecho, el metaestudio más importante del que tengo conocimiento (“Sexual Orientation, Controversy, and Science”: https://goo.gl/ccACWH) concluye que existe mucha más evidencia a favor de las causas no sociales de la homosexualidad que de las causas sociales.

Una de las grandes ironías respecto a personas como Christian Rosas es que se pasan el tiempo acusando a otros de “ideología” sin percatarse de lo ideologizado que está su discurso. Que hable de que los seres humanos somos libres “por diseño” (¿cree en el diseño inteligente?) y que sea religioso no es casualidad, sino que explica sus posturas sobre la homosexualidad y la homofobia. Aunque pretende brindarnos un discurso basado en la ciencia, la verdad es que mantiene posturas que no defendería ninguna asociación de científicos porque sus argumentos responden a sesgos y prejuicios, y no a una evaluación objetiva de la realidad. El celeste y rosa es la verdadera ideología de género.