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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Muy meritoria la silente acción –que son las que más valen– del mecenas minero Eduardo Hochschild en favor del país. Primero salvó a la especie del paiche al financiar las investigaciones que descubrieron cómo reproducir este gigante pescado amazónico en cautiverio. ¡Hoy existen tantos paiches que hasta se exportan! Este lunes y en Barranco, Hochschild inauguró la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), un proyecto a todo dar –hasta con intercambios con MIT– que ha financiado de su peculio y sin fines de lucro, con la intención de que hasta el más pobre pueda estudiar lo más avanzado de la ingeniería.

No se hacía nada similar de mecenazgo para la educación universitaria desde que Riva Agüero fortaleció a la otrora PUCP con toda su herencia (hoy capturada a los curas ilegalmente por los caviares) o desde que don Isaac Lindley –el patriarca de la Inca Kola– financió desinteresadamente la creación de la Universidad de Lima. El MRTA asesinó al padre de Hochschild: otro con su plata se habría ido a vivir cómodamente afuera y a olvidarse de su tan desconcertada y problemática gente.

La UTEC viene a cerrar la brecha que deja la estatal UNI, que otrora fue uno de los mejores claustros de ingeniería en Latinoamérica y que ahora ni figura en los ránkings internacionales. Es que la UNI comenzó a hundirse en 1960, cuando Prado autorizó que pase de escuela a universidad: comenzaron entonces a enseñarse cursos de humanidades y por allí se metieron un montón de catedráticos rojos, y comenzó la politiquería marxista. Con Velasco terminó de malograrse. Antes venían del extranjero a estudiar a la UNI. Hoy es una sombra de lo que fue.