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Hasta el cuello
El círculo, pues, se está cerrando y ya aprieta el cuello presidencial. Los depósitos de dinero en las cuentas de esos familiares suyos, realizados por las empresas fraudulentamente favorecidas en los negociados, más que sospechosos, son, a estas alturas, pruebas casi concluyentes.
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Una nueva red criminal, la cuarta, que opera en distintos estamentos de la administración pública, acaba de ser puesta en evidencia por el equipo especial de la Fiscalía, esta vez en el Ministerio de Vivienda. Y, como en las anteriores oportunidades, en el reparto aparece el nombre del presidente de la República, Pedro Castillo, con el papel estelar.
No se trata de “acusaciones mediáticas”, como al mandatario le gusta motejar a los escándalos que lo involucran a él, a su familia y a su gobierno. Son investigaciones de la propia Fiscalía las que están cercando su administración. De hecho, la evidencia recabada apunta a que la mafia del Ministerio de Vivienda funcionaba en pared con la red del MTC, liderada por el prófugo Juan Silva, exministro del sector.
En Vivienda, estuvo atornillado desde el 28 de julio Geiner Alvarado, quien sería uno de los pivotes de la banda, quien en el último enroque de ministros pasó a la cartera de Transportes, y vaya a saber uno los “encargos” que tendrá que cumplir ahí. El reguero de sospechas y denuncias que este personaje ha dejado en su anterior puesto de trabajo no es de poca monta. Los fiscales lo tienen ya perfectamente centrado en su expediente.
Por lo pronto, es claro que, desde el Ministerio de Vivienda, salieron los dineros para entregar obras que terminaron beneficiando a quienes serían testaferros del cabecilla de la banda, varios de ellos hoy tras las rejas. Y uno de estos “testas”, según la Fiscalía, sería nada menos que Yenifer Paredes, la cuñada de marras, que a su edad no puede fungir de aterida víctima de las circunstancias, tal cual parece estar haciendo, pues no es posible que no estuviera al tanto de lo que firmaba.
Lo mismo vale para los otros dos hermanos de la primera dama, Walter y David Paredes, que también habrían prestado sus nombres para blanquear dinero en favor de esta siniestra organización delictiva, alentada o dirigida desde Palacio (o, para efectos de ocultación, desde la casa de Sarratea).
El círculo, pues, se está cerrando y ya aprieta el cuello presidencial. Los depósitos de dinero en las cuentas de esos familiares suyos, realizados por las empresas fraudulentamente favorecidas en los negociados, más que sospechosos, son, a estas alturas, pruebas casi concluyentes.
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