REUTERS/Luisa Gonzalez/File Photo
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Hoy (ayer) recibí muchas inquietudes de diversos sectores sobre el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de Colombia; nuevamente con el miedo del comunismo y condenando su pasado de haber sido un guerrillero del M-19, llegando a compararlo con la demencia terrorista de Sendero Luminoso.

Me hizo recordar la última campaña electoral en nuestro país, donde justamente este miedo al comunismo y el estereotipo para descalificar, finalmente impulsaron más bien la candidatura de Pedro Castillo, sumado al antifujimorismo.

Regresemos a Colombia, porque Petro tiene una gran tarea por delante, que marcará el derrotero de su próximo gobierno y requiere justamente de pragmatismo y responsabilidad económica para ayudar a su país a salir del bache que está viviendo, a consecuencia de la pandemia y los problemas tradicionales que afronta, que se complica por factores internacionales.

Algunos datos para que se entienda que un gobierno de izquierda responsable tiene que actuar con prudencia. Primero tendrá que fortalecer sus lazos comerciales con EE.UU. –el imperio y enemigo para varios camaradas– porque representa el 29.7% de sus exportaciones, siendo el principal destino comercial. Tiene que ser audaz con la política monetaria y cambiaria, para recuperarse de la devaluación de su moneda, que cayó en 9.84% frente al dólar en este último año.

Ahora no hay margen para ser populista porque tiene un déficit fiscal del 6.2% de su PBI y 7% de inflación; al contrario, tendrá que implementar un programa de austeridad estatal y hacer una reforma tributaria con un Parlamento adverso.

Por estos indicadores económicos creo que no existe margen para la irresponsabilidad ideológica de una farra fiscal y menos que ahuyente las inversiones, con supuestas nacionalizaciones. Los tiempos cambian.

Preguntaban por qué nos preocupa Colombia. Si no entendemos que la inversión colombiana en el Perú es la tercera, después de Chile y España, no entendemos nada de la aldea global en la que estamos viviendo y, por ende, necesitamos en el Perú de nuestros socios.