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Guido Lombardi: Pollito con papa
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Este domingo 19, como cada tercer domingo de julio desde hace cinco años, se celebra el Día del Pollo a la Brasa. La Asociación Peruana de Avicultores, con su presidente, José Vera, a la cabeza y con el apoyo del Ministerio de Agricultura, espera incrementar en 70% las ventas del producto gracias a las ofertas y promociones que lanzarán, para celebrar el acontecimiento, las cuatro mil pollerías que existen en todo el país.
¿Cuánto le cuesta al Perú que almorcemos un pollo a la brasa todos los domingos? La pregunta la formula el colega Jack Lo Lau en el último número de la revista Poder.
La respuesta es aterradora: "El Gobierno Regional de Piura hizo un cálculo de la deforestación de algarrobo en su región y, estimando que las dos mil quinientas pollerías existentes en Lima compren, en promedio, un saco al día, necesitarían ochocientos mil sacos de carbón al año".
Es decir, "un total de trece mil hectáreas de bosque, el tamaño de la Provincia Constitucional del Callao".
No es un detalle menor señalar que en el Perú no existe autorización para talar algarrobos: solo se permite hacer leña del árbol caído, pero esa disposición, una vez más, es letra muerta.
Según el Servicio Nacional Forestal, únicamente el 5% del carbón es de procedencia legal. Para empeorar las cosas, no existe ningún programa serio de reforestación.
Ahora que el papa Francisco ha estado en nuestra vecindad y que todos, aun los que nos encontramos alejados de la Iglesia, nos hemos sentido tocados por la novedad y profundidad de su mensaje, sería importante reflexionar sobre su última encíclica "Laudato Si", en cuya introducción ya nos habla de la importancia de proteger el medio ambiente y de la necesidad imperiosa de cuidar la casa común.
No parece fácil conciliar nuestras preferencias culinarias con esa solicitud, sobre todo porque, para lograrlo, hace falta algo que escasea más que el algarrobo: autoridad.
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