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Empresa y entorno poscuarentena
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Resumo una presentación que me tocó hacer esta semana.
En política: Congreso con mandato cortísimo (año y medio), sin opción de reelegirse, baja calidad de la representación, partidos débiles, sin bancada oficialista: coctel suficiente para el cortoplacismo populista. Pero si sumamos pandemia y cuarentena (crisis sanitaria y económica; gente desesperada), tenemos el sinfín de aberraciones legislativas que vienen siendo aprobadas sin reflexión ni deliberación (saltándose comisiones y segundas votaciones). La peor: el proyecto para condonar intereses bancarios que podría originar una corrida y convertir en depresión la inevitable recesión.
En materia económica, ya sabemos que incluso sin el escenario catastrófico (depresión) caeremos más que cualquier país de la región (entre -12% y -14%), y en el mundo solo menos que dos pequeñas economías eminentemente turísticas: Belice y Maldivas. Rebote previsto (por ahora) para 2021: 7%.
En lo social: somos el país latinoamericano con la peor combinación de muertos y caída económica. Se prevé que en pobreza e informalidad retrocedamos 10 puntos porcentuales en cada rubro, hasta niveles de hace 10 y 12 años, respectivamente.
Para evitar una catástrofe peor que la ya previsible se necesita que sobreviva la mayor cantidad posible de empresas (aunque caiga temporalmente el empleo) y para eso es indispensable flexibilidad, sobre todo laboral y tramitológica, pero ya sabemos que el gobierno no pretende concederlas (por su adicción a la popularidad inmediata).
Ante eso, solo quedará aplicar mucha creatividad y, aunque suene raro en un momento de apremio, mucha reflexión, mucha estrategia. Los gerentes van a necesitar “intenso mentoring” (como decía mi querida Dalila Platero) y, más que nunca, que sus directorios (o sus sucedáneos) cumplan a cabalidad su papel.
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