"El sujeto había “secuestrado” a la perrita de su expareja para amarrarla y filmarla mientras la acuchillaba para luego enviarle el video a su ex. Es decir, no estábamos hablando solamente de un caso de violencia animal, sino de un caso de violencia psicológica contra la dueña de la perrita". (FOTO: GEC)
"El sujeto había “secuestrado” a la perrita de su expareja para amarrarla y filmarla mientras la acuchillaba para luego enviarle el video a su ex. Es decir, no estábamos hablando solamente de un caso de violencia animal, sino de un caso de violencia psicológica contra la dueña de la perrita". (FOTO: GEC)

Me llamaron de un medio el día miércoles para preguntar mi opinión sobre el caso del sujeto que ha sido sentenciado a un año y medio de prisión efectiva por acuchillar a una perrita. Yo no había escuchado del tema porque me encontraba fuera de Lima, por lo cual me limité a decir que, en principio, sonaba un poco excesivo darle prisión efectiva de 1.5 años a una persona por matar a una perra –a pesar de que soy amante de los perros y realmente considero que esta vida es mejor gracias a ellos–.

Los perros son puro afecto, son terapéuticos, y soy testigo presencial y experiencial de que el duelo por un perro querido puede ser tan grande como el de un amigo. Luego investigué y entendí que se trataba de un caso más grave de lo que parecía: el sujeto había “secuestrado” a la perrita de su expareja para amarrarla y filmarla mientras la acuchillaba para luego enviarle el video a su ex. Es decir, no estábamos hablando solamente de un caso de violencia animal, sino de un caso de violencia psicológica contra la dueña de la perrita.

El sujeto se tomó el trabajo de premeditar y estructurar un plan para infligir la máxima cantidad de dolor posible en su expareja, pensando que no se metería en problemas graves porque no se trataba de un caso de violencia física contra la mujer ni sexual. Lo que no calculó es que el Poder Judicial (en hora buena) evaluó el caso como violencia psicológica grave y le metieron un año y medio de cárcel. Más allá de la discusión de la sentencia –si es excesiva o no–, resulta interesante que estemos tomando conciencia de que la violencia psicológica puede ser tan destructiva como la violencia física.

También fue mediático esta semana el caso del colegio St. George. Resulta que unos chicos copiaron fotos y videos de las redes sociales de sus propias compañeras, las editaron con IA y las transformaron en material pornográfico. Luego hicieron negocio con el contenido manipulado de estas chicas.

La vulnerabilidad de las personas es grande, incluso en las menores de edad. ¿Estamos educando bien a nuestros hijos para respetar a las mujeres y a las personas en general? ¿Estamos enseñando a nuestras hijas a cuidarse, a saber decir ‘no’ fuerte y claro, y a quererse? Definitivamente, hay mucho pan por rebanar a nivel de salud mental tanto desde el Estado como desde casa.