[Opinión] Felipe Morris: “La narrativa de las verdades ilusorias”. (FOTO: VIOLETA AYASTA / GEC)
[Opinión] Felipe Morris: “La narrativa de las verdades ilusorias”. (FOTO: VIOLETA AYASTA / GEC)

Los psicólogos se refieren a la “verdad ilusoria” como la tendencia que tienen las personas por dar por cierto algo que es falso simplemente porque lo escuchan con bastante frecuencia. Los políticos son expertos en este arte del engaño. En nuestro país, los de izquierda llevan años predicando que las políticas “neoliberales” no han traído desarrollo y que nuestra Constitución es culpable de todos nuestros males, cuando la evidencia los desmiente. Un reciente artículo de Waldo Mendoza, dirigido a los “constituyente lovers”, como los denominó, destruye los argumentos de los que piden una nueva Constitución, pero de poco sirve si solo lo leemos los que estamos de acuerdo con esa posición. Los que impulsan el cambio de Constitución saben bien que sus argumentos son falaces, pero poco les importa, ya que a lo que apuestan es a continuar dando información falsa hasta convencer a la gente de que es cierta y así lograr su objetivo.

Uno de los caballitos de batalla de la izquierda es echarle la culpa de todos los problemas al gobierno central; sin embargo, buena parte de las responsabilidades han sido transferidas a los gobiernos regionales y locales, que son incapaces de utilizar los recursos asignados para inversión (menos del 50% a noviembre de 2022, según el IPE), afectando la calidad de los servicios, incluyendo salud, educación, saneamiento, entre otros. Es el propio pueblo quien eligió a estas autoridades ineficientes y muchas veces corruptas, pero equivocadamente orienta sus protestas hacia el gobierno central, cuando deberían dirigirse a exigir a sus gobiernos subnacionales mayor eficiencia y honestidad en la gestión.

No es una tarea fácil enfrentar esta falsa narrativa que ha calado en nuestro pueblo, muchas veces con la complicidad de medios de comunicación que, por acción u omisión, contribuyen a generar estas verdades ilusorias. El Internet y las redes sociales también contribuyen a propagar información falsa. Reemplazar la falsa narrativa por la verdad requiere un buen trabajo periodístico que evite que información equivocada o tendenciosa se propale sin ningún filtro. Es común ver a políticos, ministros, funcionarios o ‘especialistas’ en los programas de radio y televisión propalando falsedades, sin que los entrevistadores los corrijan o al menos les pidan que sustenten sus argumentos. Algunas veces lo hacen por desconocimiento y otras a sabiendas de que los entrevistados mienten, ya sea para generar rating o por sus sesgos políticos, dejando de lado los principios del buen periodismo. Un gran reto que tenemos como sociedad es informar a los ciudadanos para que no caigan en manos de falsos predicadores. Un buen comienzo sería hacerles ver quiénes son los verdaderos responsables de los problemas.