Gobernar sin presupuestos

Pedro Sánchez no sabía de esta máxima de Pedro Beltrán: Gobernar sin presupuestos no es posible. Se propuso ser el primero en provocar la caída de un gobierno al amparo de una moción de censura. Lo consiguió, pero cometió errores graves.

Lo hizo aupándose en el voto de los independentistas, aquellos que abogan por la ruptura de España; lo que hay que tomar como un exceso de confianza o un defecto de inteligencia política: la misma que le debería haber susurrado al oído que no se puede gobernar (en un sistema parlamentario) cuando solo se cuenta con 84 diputados de los 350 del Congreso.

Otro grave error de este Pedro, que tildan ya “el breve”, fue pensar que podría legislar a base de decretos leyes. Máxima que a mi padre le hubiera gustado transmitir: No se puede gobernar en una democracia a base de decretos leyes.

Pedro Sánchez, tozudo al fin, se echó en brazos del independentismo para que le aprueben los presupuestos. Nuevo y más craso error. Gobernar con el apoyo del actual Gobierno catalán es gobernar con la ayuda de quien no tiene empacho en sostener que “por encima de la ley está la democracia”. Yo pensaba que era al revés, solo hay democracia allí donde la ley, expresión de la voluntad popular, somete a todos por igual. Cuando se sostienen máximas como la señalada, lo que tenemos delante es un tirano.

Con tiranos tampoco se puede pactar. Estos tiranos pusieron en evidencia la jugada del gobierno español. Se descubrió su intención de nombrar a un mediador para avanzar en no se sabe qué. A partir de ahí la sucesión de hechos ha sido de vértigo. En apenas tres días, y aunque el gobierno dio marcha atrás, se organizó tremenda manifestación. Fruto de ello, y del rechazo de ley de presupuestos, es la convocatoria a elecciones generales. La caída de Pedro Sánchez.