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Todos cavan su propia tumba

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Desde una silla de ruedas en un geriátrico, Frank Sheeran (Robert de Niro) repasa su vida. También como un soldado en la II Guerra Mundial.
Apunta con su metralleta a dos soldados alemanes que hunden una y otra vez sus palas en la tierra. La fosa es cada vez más profunda.
Los soldados terminan y saltan hacia afuera. Animados, desarmados, como devueltos de un lugar seguro, la construcción de una trinchera. Piden clemencia sin rogar, apenas alzando las manos cuando comprenden, por fin, su destino. Sheeran les dispara. Yacen muertos nariz con nariz en la tumba que ellos mismos cavaron. Sheeran se acerca al foso y otra ráfaga perfora los cuerpos.
Décadas después, se pregunta, todavía sorprendido: ¿Por qué cavaban con tanto entusiasmo si igual iban a morir? ¿Acaso creían que el trabajo bien hecho sería recompensado con la vida?
Esta escena, la única de Frank Sheeran elegida para iluminar su pasado en la guerra y su obediencia debida, es la premisa de El irlandés. Son las preguntas clave que asedian la película y que su director, Martin Scorsese, responderá a cabalidad.
Para la mafia italiana en el corazón de Manhattan, Sheeran es visto y aceptado como un veterano: Tú has estado en la guerra, tú la entiendes. Los códigos se intercambian o se diluyen. Con humildad, sin exaltaciones, en control de sí mismo, le enumera al capo cada zona de Italia que atravesó indemne. Ha sobrevivido y suena como la narración de un único sobreviviente. Ha vuelto de una masacre, la ha encarnado. Cumplirá con su deber, pese a todo. Una vez soldado, siempre soldado. Entre lealtades que nadie más sostiene. El poder cambia de manos. El prestigio, jamás.
Esa fosa original. Un recordatorio: todos cavan su propia tumba. Porque la historia lo demuestra, en las guerras todos pierden. Incluso los ganadores. Y la historia, si bien cíclica, también: impredecible.
Sheeran se quedará solo. Es decir, sin amor. Irá de paseo a una funeraria. Busca ataúdes. ¿Para quién?, le preguntan. Para mí, dice. Le enseñan un elegante ataúd negro. Elige uno de un verde intenso. El color que comparten las banderas de Irlanda y de Italia, en la misma franja vertical izquierda. El verde en la bandera de Irlanda representa a los católicos; en la italiana: a los campos. En la película quizás sea el último acceso a una esperanza nunca autoconcedida.
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