Emmanuel Macron (Getty)
Emmanuel Macron (Getty)

Qué difícil debe haber sido para el presidente de Francia, Emmanuel Macron, hacer creer al mundo en su reciente visita a EE.UU. que tiene simpatía por alguien como Donald Trump. A todas luces, Macron es la antítesis de Trump.

Lamentablemente para Macron, el fin del liderazgo de Estados Unidos supone que algún país occidental asuma este papel. Los problemas internos en Alemania que dificultaron la conformación de un gobierno han alejado a Merkel de la posibilidad de ejercer este liderazgo en los últimos meses. Con un Reino Unido agobiado por el Brexit, solo queda Francia.

No obstante el fenómeno Trump ataca las bases del orden liberal, EE.UU. sigue siendo clave para hacer frente a los problemas más importantes de la agenda mundial. La promoción de la democracia y los DD.HH., la lucha por el medio ambiente y contra la proliferación nuclear, y el impulso del libre comercio son temas de gran interés para Occidente, aunque hoy sin una posición común.

Macron sabe que resultaría muy costoso desafiar al gobierno republicano –ya sabemos cómo responde Trump bajo presión–, por lo que es mejor tratar de cooperar. Puede ser difícil, pero el caso norcoreano ha demostrado que Trump puede pasar del odio al amor en poco tiempo. Algunos lo llaman pragmatismo, otros simplemente incoherencia. Además, Trump necesita de cierta legitimidad internacional, frente a las innumerables críticas que su administración viene generando en el mundo. Francia puede ayudar en ese sentido.

Mientras Rusia emerge como un actor clave para la paz en Siria y China se consolida como el líder del libre comercio, ¿podrá Macron convencer a Trump y a todo su entorno de halcones que un Occidente dividido es peor para sus intereses?

TAGS RELACIONADOS