"Esto no significa que se ha perdido la batalla por la paz", dijo 'Timochenko', líder de las FARC
"Esto no significa que se ha perdido la batalla por la paz", dijo 'Timochenko', líder de las FARC

En su edición para América –portada de El País y a todo color–, los voceros de la ahora Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) anunciaron que Rodrigo Londoño (‘Timochenko’), ex jefe de la guerrilla, será su candidato presidencial en las elecciones de 2018. Aunque en su congreso de agosto se dio a conocer que solo participarían en las elecciones parlamentarias, fundamentan este cambio porque “la política es dinámica”.

En realidad, podría deberse al fracaso de sus intenciones de llevar adelante algún tipo de acuerdo o alianza que los cobijaran. Y el roche de quedar en el fondo de la tabla después de los cinco últimos años de titulares.Londoño será un candidato de choque y riesgo, no solo político. Las decenas de miles de paramilitares antiguerrilla y diseminados en todo el país no le auguran una campaña tranquila. Aunque no se podría asegurar que esto iría a favor o en contra de su candidatura, Colombia no nos deja de sorprender. Difícil que el Polo Democrático, social democracia que gobernó Bogotá, se hubiera arriesgado a formar una alianza de la “izquierda y el progresismo” incorporando a las nuevas FARC electorales. Mucho menos del partido de Juan Manuel Santos que se achicharraría en los debates con el uribismo.

Los que sí saldrían ganando serían estos últimos, aprovechando el rechazo de la mitad de colombianos al acuerdo de paz de La Habana. Así, una alianza de la derecha, comandada por Uribe, combatiría a las izquierdas y al partido de Santos como un solo adversario, acusados de conciliar con las FARC, pero con doble cabeza. Londoño, entonces, sería portador de la peste negra de la que se alejan los candidatos, en la primera vuelta. Pero en la segunda, el 3%-4% de las FARC parecería decisivo. Allí, a escondidas, el otro candidato que compita con Uribe en la segunda vuelta no le hará muecas a la negociación con las FARC.

Es que las FARC nunca lograron alcanzar la legitimidad del sandinismo en Nicaragua ni del Frente Farabundo Martí en El salvador. A pesar del visto bueno del presidente Obama y del papa Francisco en lo de La Habana.

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