(Getty Images)
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Hace unas semanas, esta columna estuvo dedicada a la ausencia de propuestas del candidato Ricardo Belmont. Como se podrán haber dado cuenta quienes vieron el último debate, Belmont no tiene ni la menor idea de qué hará si es electo alcalde de Lima. Lo suyo, antes que una candidatura seria, es un bochornoso espectáculo de un hombre que cree saber más de lo que realmente conoce.

La actuación de Belmont, sin embargo, no fue lo más lamentable del debate electoral. A estas alturas creo que la mayoría de limeños somos conscientes de que su postulación es bufonesca y que él es un caso perdido. Una anécdota más en nuestra triste historia republicana.

Lo más lamentable de todo fueron los dos minutos de cierre que tuvo Julio Gagó, que sirvieron para recordarnos el peor rostro que tiene nuestra ciudad. Cuando por fin dejó el papel y miró a la cámara, Gagó nos recordó que Lima sigue siendo esa ciudad intolerante, autoritaria y agresiva. Donde no todos pueden hacer su vida en paz y con el respeto que merecen.

Aunque no tenía mucho que ver con el debate municipal, Gagó alzó la voz e increpó a Vizcarra por promover la “familia gay” en desmedro de la “familia natural”. ¿De qué familia “natural” hablaba Gagó? De la familia católica, por supuesto. De la familia que es la única válida y “natural” en la mente de quienes creen que Dios creó a “varón y mujer” y que cualquier otra unión es “aberración”.

La “familia natural”, en todo caso, es apenas una de las tantas opciones de familia que puede haber en nuestra sociedad. Tan válida es la unión de un hombre y una mujer para compartir un proyecto de vida común como lo son las familias de los abuelos que crían a sus nietos o de las madres solteras que tuvieron que hacerse cargo de sus hijas porque el padre las abandonó. Se sorprendería mucho Gagó si mirara más allá de sus narices y viera las múltiples formas que en todo el mundo toman las familias. La historia de la humanidad nos dice que lo natural han sido las familias polígamas, las familias extendidas y también las familias homosexuales.

¿Qué es lo que molesta tanto a Gagó? ¿Por qué le incomoda que un par de personas que no lo afectan en nada quieran compartir el resto de sus vidas? Las familias siempre responden a necesidad biológicas, pero también son un producto de la cultura y la historia. Hoy, gracias a que tenemos mayores libertades y a que no vivimos en un Estado teocrático, somos testigos de cómo cada vez son más visibles las familias homosexuales. Y, conforme caigan los prejuicios sociales, cada vez serán más los nuevos modelos de familia.

Hace 130 años, en el Perú el único tipo de matrimonio posible era el religioso. Cuando se quiso permitir el matrimonio civil, la Iglesia puso el grito en el cielo y trató de impedirlo. Hoy, al igual que en aquellos años, muchos protestan porque otros quieren vivir vidas distintas a las suyas. La religión confundida con naturaleza es la excusa de siempre. El mensaje de Gagó, que todavía tiene resonancia en muchos, será pronto un recuerdo del pasado.

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