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Una mermelada y adiós

“Muchos de quienes callan las flagrantes inconductas de sus ‘patrocinadores’ acusan de mermeleros a quienes sí se atreven a señalarlas (...) quien vende su pluma necesita creer que todos son iguales”.

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Más de tres horas duró el debate del proyecto de ley Mordaza que prohíbe la publicidad estatal en medios privados. (Geraldo Caso / Perú21)
Fecha Actualización
La plancha quemada de haberle apostado todo a Keiko duró poco y con todo y derrota los contrataron en el Congreso en planilla y todos los beneficios laborales contra los que despotrican cada vez que sus “amigos” empresarios los están mirando. Apoyan la existencia de regímenes laborales sin derechos, con sus 17 sueldos de 10 mil soles al mes que pagan todos los contribuyentes. ¡Tremendos machos! ¿A esos no hay que cortarles la mamadera, Sr. Mulder? ¿Quién es el asalariado mermelero?
“¿Puede haber algo más mermelero que un periodista que recibe un sueldo del Congreso y defiende a Keiko a diario en un medio digital? ¿Un periodista que hace asesorías a la MML y luego defiende a LCL en su columna impresa? La mermelada no está en los medios, sino en los periodistas”. Patricia Arévalo tiene razón.
Muchos de quienes callan las flagrantes inconductas de sus “patrocinadores” acusan de mermeleros a quienes sí se atreven a señalarlas. Eso sucede porque quien vende su espacio, su voz o su pluma necesita creer que todos son iguales para no sentirse una basura solitaria. Ustedes saben quiénes son ;)
Esta es mi última columna en Perú21. Quiero agradecer mucho a Dan Flores, a David Tolentino y a Aracely Filio por la paciencia y colaboración permanentes. Pero sobre todo quiero agradecerle a Juan José Garrido por invitarme a escribir en este espacio. Y quiero agradecer el que jamás pretendiera, ni él ni nadie en el diario o el grupo, poner parámetros a mis opiniones. Ha sido un tremendo privilegio, me llevo un gran aprendizaje… y un par de juicios. A menos que seas fujimorista o aprista en el Congreso -o en Twitter, deliciosa ironía-, decir lo que uno piensa puede salir caro. Finalmente, quiero agradecer a la directora, Cecilia Valenzuela, quien amablemente me invitó a escribir los sábados, pero decliné.