(Geraldo Caso/Perú21)
(Geraldo Caso/Perú21)

Ayer, el ex presidente Alan García escribió en un tuit: “Homenaje a policías y militares que dieron la vida por el Perú. Mientras los ‘caviares’ y extremistas justificaban a Sendero”. Recordemos: en 1988 –solo seis años después de la masacre de Lucanamarca en la que Sendero Luminoso asesinó brutalmente a 69 personas incluyendo a ancianos y niños– en la clausura del VII Congreso de juventudes apristas en Ayacucho, García arengó a sus correligionarios diciendo:

“Sendero Luminoso tiene militantes activos, entregados, sacrificados. Equivocado o no, criminal o no, el senderista tiene lo que nosotros no tenemos: mística y entrega. Es gente que merece mi respeto y admiración porque son, quiérase o no, militantes”. “Mueren gritando asesinos a los que los matan, como ocurrió en Lurigancho. Cómo no vamos a admirar esto, compañeros. Yo sí. Cómo no tuviéramos ese tipo de militantes”.

No fue el único que se quiso subir al coche de los héroes. Pero hay cosas más importantes que recordar.

Recordemos que no derrotamos al odio y al terror de Sendero con sus mismas armas, sino poniéndonos por encima y más allá de ellos y de sus agentes. No los derrotamos porque fuimos más feroces o más violentos que ellos; los derrotamos porque nos propusimos no ser como ellos y su sanguinario cabecilla fue apresado sin realizar un solo disparo y juzgado con las garantías de debido proceso que este asesino quiso destruir.

Esa es la altura moral. Esa es la coherencia. Porque, ¿en qué hueco se pudren los Colina mientras los GEIN desactivados por Fujimori son condecorados como héroes? No olvidemos que mantener esa distancia entre ellos y nosotros solo depende de nosotros. No somos ellos. No somos eso. Por altura. Por humanidad. Por desprecio.

TAGS RELACIONADOS